La
cuaresma y especialmente la Semana Santa nos invitan a cambiar, a recibir el
perdón de Dios. Jesús murió en la cruz no para juzgarnos sino para salvarnos.
En sus apariciones el resucitado dio un poder especial a sus apóstoles:
“Reciben al Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, Dios se los
perdonará”. (Jn 20,22).
Por
eso los pecados graves necesitan una confesión ante un sacerdote. Hay
que confesarse por lo menos una vez al año, especialmente antes de la semana
santa.
Este
año tenemos una situación especial. Muchos no podrán confesarse ante un
sacerdote, porqué no podemos salir de la casa por el Coronavirus. ¿Qué podemos
hacer?
El
catecismo N°1452 nos da una solución: “Cuando el fiel se encuentre en la
dolorosa imposibilidad de recibir la absolución sacramental, debe recordarse
que la contrición (arrepentimiento) perfecta, expresada por una sincera
petición de perdón y acompañada del firme propósito de recurrir cuanto antes a
la confesión sacramental, obtiene el perdón de los pecados, incluso mortales.”
Es decir, en tiempos de aislamiento te puedes confesar ante Dios y hasta los
pecados graves se te perdonarán. Aunque debes de confesarte después ante un
sacerdote, cuando las circunstancias lo permiten.
Podemos
ayudarnos en familia haciendo nuestra lista de pecados. Después cada uno
completa su lista en privado. Posiblemente queman la lista y cada uno pide
sinceramente perdón a Dios.
Además,
la iglesia nos da otra gran opción: La indulgencia plenaria. Es el
perdón de las consecuencias del pecado, es decir nuestro tiempo en el
purgatorio. En tiempos del Coronavirus la podemos conseguir sin habernos
confesado y comulgado antes. Ahora puede ser también después. Simplemente vemos
una misa en la televisión o en internet. Después rezamos un rosario o un Vía
Crucis o compartimos un pasaje bíblico y ya conseguimos una indulgencia
plenaria.
La
Conferencia Episcopal Peruana nos invita a rezar el “ángelus” cada mediodía e
invocar al Señor de los Milagros con la siguiente oración:
Señor
de los Milagros, Padre que creaste al hombre, con tu soplo paternal, Hijo que
salvaste al hombre, en el altar de la cruz, Espíritu Santo que iluminas y
llamas a la conversión: mira con piedad a tu pueblo y perdónalo en tu bondad,
sálvalo de la enfermedad y de la muerte, con tu poder celestial.
Señor
de los Milagros, Fuente de nuestra unidad, Tú que sosiegas la tierra y ordenas
que el mar se calme, te imploramos humildemente, por María, tu Madre y Madre
nuestra, detén esta pandemia que aflige a nuestra Nación, envía a San Miguel
Arcángel, Príncipe Celestial, para proteger a tu pueblo de las asechanzas del
mal.
Señor
de los Milagros, Esperanza y alegría del pueblo Peruano, mira a tus hijos que
claman tu ayuda y tu misericordia, escucha el llanto de los niños, de los
ancianos y enfermos, protege como siempre lo has hecho, a quien te implora de
verdad, a quien a Ti se dirige con fe, confianza y entrega total, perdónale sus
pecados y líbralo de este peligro mortal. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.
Prelatura de
Caravelí (P. Reinaldo Nann, Obispo)
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