En la misa en la casa Santa Marta,
Francisco dirige su pensamiento a los ancianos solos, a los trabajadores
precarios y a los que desempeñan una función social y pueden ser afectados por
el coronavirus. En su homilía, el Papa invitó a descubrir nuestros ídolos, los
ídolos del corazón, a menudo escondidos. La idolatría nos hace perder todos los
dones del Señor.
VATICAN NEWS
En la misa que se transmitió en vivo
desde la Capilla de la Casa Santa Marta Francisco rezó para que el Señor nos
ayude a superar el miedo en este tiempo caracterizado por la pandemia de
Covid-19. Estas fueron sus palabras, introduciendo la celebración eucarística:
En estos días de tanto sufrimiento,
hay tanto miedo. El miedo de los ancianos, que están solos, en los asilos de
ancianos o en los hospitales o en sus casas y no saben lo que puede pasar. El
miedo de los trabajadores sin trabajo fijo que piensan en cómo alimentar a sus
hijos y ven venir el hambre. El temor de muchos servidores sociales que en este
momento ayudan a mandar adelante la sociedad y pueden contraer la enfermedad.
También el miedo - miedos - de cada uno de nosotros: cada uno sabe cuál es el
suyo. Roguemos al Señor para que nos ayude a tener confianza y a tolerar y
vencer los miedos.
En su homilía, comentando la primera
lectura del libro del Éxodo (Ex 32, 7-14), que relata la historia del becerro
de oro, Francisco habló de los ídolos del corazón, ídolos que a menudo
ocultamos astutamente, subrayando cómo la idolatría nos hace perderlo todo, nos
hace perder los dones mismos del Señor. La idolatría nos lleva a una
religiosidad equivocada. Así que el Papa nos pide que hagamos un examen de
conciencia para descubrir nuestros ídolos ocultos.
A continuación el texto de la homilía
según una transcripción nuestra:
En la primera lectura está la escena
del motín del pueblo. Moisés fue al Monte para recibir la Ley: Dios se lo dio,
en piedra, escrita con su dedo. Pero el pueblo se aburrió y se
aglomeró alrededor de Aarón y le dijo: "Pero, este Moisés, hace
tiempo que no sabemos dónde está, dónde se ha ido, y estamos sin guía. Haznos
un dios para ayudarnos a seguir adelante". Y Aarón, que más tarde se
convirtió en sacerdote de Dios, pero allí era un sacerdote de la estupidez, de
los ídolos, dijo: "Pero sí, denme todo el oro y la plata que tengao",
y lo dieron todo e hicieron ese becerro de oro.
En el salmo escuchamos el
lamento de Dios: “En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua
de metal fundido: así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come
pasto”. Y aquí, en este momento, comienza la lectura: “El Señor dijo
a Moisés: ‘Baja enseguida, porque tu pueblo, ése que hiciste salir de
Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que Yo
les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después
se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: ‘Éste es tu
Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto’”. ¡Una verdadera apostasía!
Desde el Dios viviente a la idolatría. No tuvieron paciencia
para esperar el regreso de Moisés: querían algo nuevo, querían algo, un
espectáculo litúrgico, algo.
Sobre esto quisiera mencionar algunas
cosas. En primer lugar, esa nostalgia idolátrica en el pueblo: en este caso,
pensaba en los ídolos de Egipto, la nostalgia de volver a los ídolos, de volver
a lo peor, sin saber esperar al Dios vivo. Esta nostalgia es una enfermedad,
también nuestra. Uno comienza a caminar con el entusiasmo de ser libre, pero
luego comienzan las quejas: "Pero sí, es un momento difícil, el desierto,
tengo sed, quiero agua, quiero carne... pero en Egipto comíamos cebollas, cosas
buenas y aquí no hay...". Siempre, la idolatría es selectiva: te hace
pensar en las cosas buenas que te da pero no te hace ver las cosas malas. En
este caso, ellos pensaban en cómo estaban en la mesa, con estas comidas tan
buenas que les gustaban tanto, pero olvidaban que ésta era la mesa de la
esclavitud. La idolatría es selectiva.
Y otra cosa: la idolatría hace que lo
pierdas todo. Aarón, para hacer un ternero, les pidió: "Dadme oro y
plata", pero era el oro y la plata que el Señor les había dado cuando les
dijo: "Pedid oro a los egipcios en préstamo", y luego se fueron con
ellos. Es un regalo del Señor, y con el don del Señor ellos idolatran. Y eso es
muy malo. Pero este mecanismo también nos sucede a nosotros: cuando tenemos
actitudes que nos llevan a la idolatría, nos apegamos a cosas que nos alejan de
Dios, porque hacemos otro dios y lo hacemos con los dones que el Señor nos ha
dado. Con la inteligencia, con la voluntad, con el amor, con el corazón...
estos son los dones del Señor que usamos para hacer idolatría.
Sí, algunos de ustedes pueden
decirme: "Pero yo no tengo ídolos en casa. Tengo el Crucifijo, la
imagen de Nuestra Señora, que no son ídolos..." - No, no: en tu corazón. Y
la pregunta que deberíamos hacernos hoy es: ¿cuál es el ídolo que tienes en tu
corazón, en mi corazón? Esa salida escondida donde me siento bien, que me aleja
del Dios vivo. Y también tenemos una actitud muy astuta con la idolatría:
sabemos cómo esconder los ídolos, como hizo Raquel cuando huyó de su padre y
los escondió en la silla del camello y entre sus ropas. Nosotros también, entre
nuestras ropas del corazón, hemos escondido muchos ídolos.
La pregunta que me gustaría hacer hoy
es: ¿cuál es mi ídolo? Mi ídolo de la mundanidad... y la idolatría llega
también alla piedad, porque querían el becerro de oro no para hacer
un circo: no. Para adorar: "Se postraron ante él". La idolatría te
lleva a una religiosidad equivocada, en efecto: muchas veces la mundanalidad,
que es la idolatría, te hace cambiar la celebración de un sacramento en una
fiesta mundana. Un ejemplo: no sé, pensemos, y en una celebración de boda. No
sabes si es un sacramento donde los recién casados realmente dan todo y se aman
ante Dios y prometen ser fieles ante Dios y recibir la gracia de Dios, o es una
exhibición de modelos, cómo se visten... la mundananidad. Es una idolatría.
Este es un ejemplo. Porque la idolatría no se detiene: siempre continúa.
Hoy la pregunta que me gustaría hacer
a todos nosotros, a todos : ¿Cuáles son mis ídolos? Cada uno tiene el suyo.
¿Cuáles son mis ídolos? Donde los escondo. Y que el Señor no nos encuentre, al
final de nuestras vidas, y diga de cada uno de nosotros: "Te has
pervertido. Te has desviado del camino que te había indicado. Te has postrado
ante un ídolo".
Pidamos al Señor la gracia de conocer
a nuestros ídolos. Y si no podemos expulsarlos, al menos mantenerlos en la
esquina...
Finalmente, el Papa concluyó la
celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitando a la gente a
hacer la comunión espiritual.
He aquí la oración recitada por el
Papa:
“Jesús mío, creo que estás realmente
presente en el Santísimo Sacramento. Te amo por encima de todas las cosas y te
deseo en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al
menos espiritualmente a mi corazón. Como ya he venido, te abrazo y todas las
cosas se unen a ti. No dejes que nunca me separe de ti.”
Antes de salir de la capilla dedicada
al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum
("Ave Reina del Cielo").
No hay comentarios:
Publicar un comentario