Mujer Adúltera © Cathopic/Cristian Gutiérrez, LC |
Lunes de la V Semana de Cuaresma
MARZO 29, 2020 10:07REDACCIÓNESPIRITUALIDAD Y
ORACIÓN
Reflexión sobre los Evangelios
diarios
Lunes 30 de marzo de 2020
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo ven a estos momentos
donde nos disponemos de corazón y mente para escuchar el mensaje de Dios y
ponerlo en acción en nuestra vida. Amén
Evangelio según San Juan 8, 1-11
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo
el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le
trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en
medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear
a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”.
Decían esto para ponerlo a prueba, a
fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo
con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “El que no tenga
pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió
escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se
retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con
la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde
están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?”.
Ella le respondió: “Nadie,
Señor”. “Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en
adelante”.
Palabra de Dios
¿Qué dice el texto?
¿Cuáles son las palabras o frases o
actitudes que atraen tu atención, tu interés?
¡La culpa es de los otros! Eso es lo
que hicieron estos hombres en este texto del Evangelio, querían culpar a la
mujer y para eso recurren a las Sagradas Escrituras.
Jesús no dice nada, sólo escribe en
el suelo. Finalmente, todos se van. Nadie condena a la mujer.
¿Qué nos dice Dios en este texto hoy?
Cuando estamos en momentos de
desesperación, la primera reacción que se nos viene a la mente y al corazón es
culpar a los demás. Es fácil ver en los demás los errores, pero es muy difícil
encontrarlos en cada uno. Lo importante según Jesús no son los errores, ni la
condena, sino el amor.
La mujer no tenía ninguna esperanza,
pero Jesús le dice: “Yo tampoco te condeno”.
Nos pasa hoy en la sociedad que
queremos condenar a los que no están haciendo las cosas bien para frenar una
pandemia, a los países, a las comunidades, a los de tal o cual lugar, etc. Y
aquí nos encontramos nosotros, que al igual que Jesús podemos cambiar la
historia. Ante tantas noticias difíciles de estos días, nosotros podemos dar un
mensaje de esperanza, porque Jesús vino perdonar, vino a redimir.
Te invito hoy a llenar tu vida de
esperanza, porque tú puedes abrir la puerta al Señor. Repite esa breve frase
que dice: “Sagrado Corazón de Jesús, dame un corazón semejante al tuyo”. Tal
vez creas que no basta una frase, pero toma un tiempo tranquilo, deja que la
paz del Señor te llene, sólo debes abrirte a la presencia de Jesús. Él, que
todo lo puede, te inundará de paz, de amor y de esperanza. Sólo permítele a Él
entrar en tu corazón desterrando miedos y cambiar tu frecuencia cardíaca hacia
el amor, la paz, el perdón. Repite muchas veces a ritmo lento y cree firmemente
que tu corazón se asemeja al de Jesús: “Sagrado Corazón de Jesús, dame un
corazón semejante al tuyo”.
Te invito a conocer más de nuestro
trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia.
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