Meditando la lectura del Día
Valdría
también leer la historia de Susana de la primera lectura de hoy en Daniel
13,1-62
1. El Texto: Juan 8, 1-11 La mujer adultera
1
Jesús fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer volvió al Templo, y todo el
pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. 3 Los escribas y
los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y,
poniéndola en medio de todos, 4 dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en flagrante adulterio. 5 Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a
esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». 6 Decían esto para ponerlo a prueba,
a fin de poder acusarlo. Pero
Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el
suelo con el dedo. 7 Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga
pecado, que arroje la primera piedra». 8 E inclinándose nuevamente, siguió
escribiendo en el suelo. 9 Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras
otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que
permanecía allí, 10 e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus
acusadores? ¿Nadie te ha condenado?». 11 Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo
tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
2.
El Contexto: el texto en su tiempo
De
nuevo un enfrentamiento entre Jesús y los escribas y fariseos. Otra vez por la
ley de Moisés. El adulterio es un pecado grave y el Antiguo Testamento tiene un
castigo fuerte: la muerte. Pero cuando lees el texto en Lev 20,10 algo salta a
la vista: El castigo es para el varón y la mujer adúltera. Mientras los
escribas y fariseos solo acusan a la mujer: ¡Que tal raza machista!
Supuestamente conocen la ley, pero la aplican de manera desigual. Pero Jesús no
se fija en este detalle. Tampoco en la correcta aplicación de la ley. Solo le
da pena la víctima. No la condena. Encuentra una manera de avergonzar a los
rigoristas y vengadores: Todos estamos con pecado. No quiere la condena, sino
el cambio de la mujer. Y lo logra, siendo misericordioso con ella.
3.
En el contexto actual
Lamentablemente
también hoy hay muchas personas en la iglesia, que más les gusta condenar y
castigar a los demás que ayudarles, a que cambien. ¿Conoces situaciones así?
¿En nuestra familia: también tiramos piedras, cuando alguien se equivoca?
¿Somos capaces de perdonarnos?
Sería
bonito, terminar hoy con un gesto de perdón, unos con otros.
Prelatura de Caravelí, (P. Reinaldo Nann, Obispo)
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