El Coronavirus nos muestra la fragilidad del mundo
globalizado: Una cosa tan chiquita puede causar pánico y pérdidas económicas
grandísimas en el mundo entero. La prensa mundial lo difunde con morbo: cada
día nuevos números de infectados y muertos y nadie tiene la solución. Esto es
lo que más asusta, toda nuestra tecnología, ciencia y dinero no puede contra un
enemigo chiquito e invisible. Nos confronta con nuestro miedo más profundo: nuestra
vida está amenazada, podríamos morir pronto y nadie nos salvará.
En este sentido el Coronavirus destruye el credo del
hombre moderno: de creerse todopoderoso. De estar asegurado contra todos los
riesgos de la vida con la plata y el conocimiento que tiene. No es así.
Seguimos siendo frágiles y amenazados en este mundo. La fe en la tecnología y
el dinero no te puede salvar de la fragilidad de tu existencia: eres mortal.
Punto.
Los pobres de este mundo siempre lo sabían: No somos
los dueños de nuestra vida. La hemos recibido de otro: Hay un Dios, que está
por encima de todo lo terreno. Ahora ante el Coronavirus todos somos pobres,
desvalidos, asustados: Esta es tu oportunidad: Deja los falsos dioses, que en
esta crisis de la modernidad ya no sirven: El Dios dinero, el Dios de la
omnipotencia humana. Y acepta la otra verdad: eres creatura. Hay alguien por
encima de ti, que te quiere a pesar que tu lo abandonaste. Es Dios. Es el Padre
de Jesús. No deja de llamarte. No deja de creer en ti. Y ahora es el momento de
cambiar y de confiar en Él.
¿Te parece una ilusión? ¿Una proyección? ¿Un “opio
para el pueblo” como lo definió Marx? No es un tranquilizante. Es una mano para
salir adelante, para luchar juntos y sentirse acompañado en tiempos difíciles. Tú
decides: ¿quieres enfrentarte solo a tus miedos existenciales o agarras una mano
amiga no contaminada? Allí está la mano de Dios.
¿Por qué estoy seguro de ello? Porque la Biblia dice
en Lc 13,4-5: “¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se
desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma
manera».
Los 18 muertos del desplome de la torre de Siloé son
como los muertos por el Coronavirus. No murieron por haber sido gente mala. No
fue un castigo de Dios. Pero son una señal para nosotros: Hay que volver al
Dios de la Biblia. Hay que cambiar nuestras costumbres y convicciones. Este
virus es una poderosa señal e invitación al cambio…
¿Y cómo puedo cambiar?
El que no cree en Dios busque una persona que cree.
Que le cuente, como la fe le da esperanza. Que le cuente de sus experiencias y
convicciones. Aunque sea por teléfono. Los creyentes también tenemos miedo,
pero mucho menos porque no estamos solos.
Los creyentes también nos sentimos cuestionados en
esta crisis de la sociedad postmoderna. ¿Qué nos dice esta crisis desde nuestra
fe? Mi discernimiento es este:
1.
Busca a Dios en la soledad: Lee la biblia. Ora (es importante, que no se cierren las iglesias, aunque
no haya misas o cultos en ellas deben de ofrecer lugares de encuentro personal
con Dios.
En el silencio Dios
te hablará. En los ruidos de los templos y eventos del consumo no lo
encontrabas. Gracias a Dios: Por un tiempo todo va a estar cerrado. Es el tiempo
de la cuaresma, el tiempo del ayuno, el tiempo del desierto donde Dios te
quiere enamorar de nuevo… Es una cuarentena del mundo que te abre a la otra
dimensión…
2.
Simplifica tu vida y cuida al
medio ambiente:
El coronavirus logró lo que ningún ecologista y ni el
Papa lograron: Convencernos que un estilo de vida más simple nos hará más
feliz. Ahora que cancelaron los vuelos internacionales gastamos menos energía, retardamos
el cambio climático, desaceleramos nuestra frenética vida. Los más excluidos,
abandonados y olvidados viven más seguros y más felices: Es el Buen Vivir que
los hace felices, no el tener más y más.
3.
La iglesia no es multitud: es
comunidad familiar
En algunos sitios por el virus ya no hay misas. Pero
podemos reunirnos en casa, en familia. Compartir nuestros miedos y problemas.
Dejar el celular por momentos de dialogo y oración. Encontrar la calidad de
vida allí: en los seres a nuestro lado. En los abuelos. Son el prójimo para
nosotros. Jesús dice: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré
yo en medio de Ustedes.” ¿Cómo orar? A mí me tranquiliza el rosario. Repite las
mismas palabras, pero te hace entrar en el ritmo de Dios. En internet
encontraras ayuda, como rezarlo. Y el silencio. Y la biblia. Inténtenlo en
familia, o con quienes comparten la casa, la vecindad. Con menos gente mejor.
También pueden conectarse virtualmente: hay misas, oraciones, impulsos…
4.
Poner tus miedos en la mano de
Dios
¿Alguna vez has firmado y entregado a un amigo un
cheque en blanco? Es un riesgo enorme. Te puede engañar, arruinar. Solo si
tienes absoluta confianza en el amigo lo puedes hacer. Yo si tengo esta
confianza en Dios. Le doy un cheque en blanco todos los días. Él va a poner lo
que finalmente será lo mejor para mí. Hago todo lo necesario que puedo hacer y
acepto todo lo que vendrá de Dios: Si me contagio o no me contagio del virus:
Dios siempre quiere y hace lo mejor para mí. En su poder y en su bondad fundo
mi vida. ¿Estás listo para entregar el cheque de tu vida a Dios?
Lima, 13 de Marzo de 2020 +Reinaldo
Nann
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