El diálogo y la amistad entre judíos y católicos, y entre
estos y los musulmanes, la acogida de los inmigrantes, fueron los principales
temas afrontados por el Papa Francisco, durante el diálogo con los miembros del
Congreso Judío Mundial, realizado a principio de semana, en el Vaticano. El
Santo Padre agradeció “la visita tan amistosa” y el “esfuerzo de acercarse,
porque la cercanía es una bendición de Dios”. Sin embargo –añadió– cuando nos
alejamos vienen las cosas feas, las antipatías, las guerras. Y nuestra cercanía
no es solamente física, de buena educación.
Asimismo, el Santo Padre subrayó que no se puede entender
el cristianismo “sin sus raíces judías”. Y por eso un cristiano no puede ser
antisemita. El diálogo entre católicos y judíos –precisó– es de caminar juntos,
acercarse el uno al otro, conocerse mejor, dialogar, hacer amistad e ir
adelante.
Abordando la relación con los musulmanes, el Santo Padre
respondió que en la base de la propia experiencia personal ayudan mucho en este
proceso “la cercanía y la mansedumbre. No tener miedo de hablar”. En esta línea
observó que “el fundamentalismo es el enemigo del diálogo”. Y con los que no
son fundamentalistas es necesario “hablar como hermanos”.
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