Día litúrgico: Domingo XXIX (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 18,1-8): En aquel tiempo,
Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin
desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a
los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo:
‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero
después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga
continuamente a importunarme’».
Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y
Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y
les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo
del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».
Comentario: Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona,
España).
«Es preciso orar siempre sin desfallecer»
Hoy, Jesús nos recuerda que «es preciso orar siempre sin
desfallecer» (Lc 18,1). Enseña con sus obras y con las palabras. San Lucas se
nos presenta como el evangelista de la oración de Jesús. Efectivamente, en
algunas de las escenas de la vida del Señor, que los autores inspirados de la
Escritura Santa nos transmiten, es únicamente Lucas quien nos lo muestra
rezando.
En el Bautismo en el Jordán, en la elección de los Doce y
en la Transfiguración. Cuando un discípulo le pidió «Señor, enséñanos a orar»
(Lc 11,1), de sus labios salió el Padrenuestro. Cuando anuncia las negaciones a
Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca» (Lc 22,32). En la
crucifixión: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
Cuando muere en la Cruz: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu», del Salmo 31.
El Señor mismo es modelo de la oración de petición, especialmente en Getsemaní,
según la descripción de todos los evangelistas.
—Puedo ir concretando cómo elevaré el corazón a Dios en
las distintas actividades, porque no es lo mismo hacer un trabajo intelectual
que manual; estar en la iglesia que en el campo de deportes o en casa; conducir
por la ciudad que por la autopista; no es lo mismo la oración de petición que
el agradecimiento; o la adoración que pedir perdón; de buena mañana que cuando
llevamos todo el cansancio del día. San Josemaría Escrivá nos da una receta
para la oración de petición: «Más consigue aquel que importuna más de cerca...
Por tanto, acércate a Dios: esfuérzate por ser santo».
Santa María es modelo de oración, también de petición. En
Caná de Galilea es capaz de avanzar la hora de Jesús, la hora de los milagros,
con su petición, llena de amor por aquellos esposos y llena de confianza en su
Hijo.
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