05-05-2014
En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa dijo que la vanidad, el ansia de poder y el dinero alejan del camino de Dios. Francisco invitó a los cristianos a preguntarse si siguen a Dios por su amor o por tener alguna ventaja.
Francisco
"Hacemos cosas tratando de hacernos ver un poco, buscando la vanidad. La vanidad es peligrosa, porque nos hace caer inmediatamente en el orgullo, en la soberbia, y después todo termina ahí. Y me pregunto: Yo, ¿cómo sigo a Jesús? ¿Las cosas buenas que yo hago, las hago a escondidas, o me gusta hacerme ver?”.
Francisco añadió que también hay "trepas” que usan la Iglesia para otros fines y pidió la gracia del Espíritu Santo para seguir a Dios con "rectitud de intención”.
Extracto de la Homilía del Papa
Fuente: Radio Vaticana
"Estos dirigentes querían hacerse ver, a ellos les gustaba –para decir la palabra justa–, les gustaba pavonearse ¡y se comportaban como verdaderos pavos! Eran así. Y Jesús dice: ‘No, no: esto no va. No va. La vanidad no hace bien’. Y algunas veces, nosotros hacemos cosas tratando de hacernos ver un poco, buscando la vanidad. La vanidad es peligrosa, porque nos hace caer inmediatamente en el orgullo, la soberbia, y después todo termina ahí. Y me pregunto: Yo, ¿cómo sigo a Jesús? ¿Las cosas buenas que yo hago, las hago a escondidas, o me gusta hacerme ver?”.
"Algunos siguen a Jesús, pero un poco, no del todo conscientemente, un poco inconscientemente. Porque buscan el poder, ¿no? El caso más claro es Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo, que pedían a Jesús la gracia de ser primer ministro y viceprimer ministro, cuando viniera el Reino. ¡Y en la Iglesia hay trepadores! Hay tantos que usan a la Iglesia para… ¡Pero si te gusta, vas al Norte y haces alpinismo: es más sano! ¡Pero no vengas a la Iglesia a trepar! Y Jesús reprocha a estos trepadores que buscan el poder”.
"Los que siguen a Jesús por dinero, con el dinero tratan de aprovecharse económicamente de la parroquia, de la diócesis, de la comunidad cristiana, del hospital, del colegio… Pensemos en la primera comunidad cristiana, que tuvo esta tentación: Simón, Ananías y Safira… Esta tentación estuvo desde el inicio, y hemos conocido a tantos buenos católicos, buenos cristianos, amigos, benefactores de la Iglesia, incluso con condecoraciones varias… ¡tantos! De quienes después se descubrió que hicieron negocios un poco oscuros: eran verdaderos especuladores, ¡y ganaron tanto dinero! Se presentaban como benefactores de la Iglesia pero recibían tanto dinero y no siempre era dinero limpio”.
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