“…era extranjero y me acogiste…” Mateo 25,35
Anunciar la Buena Nueva del Evangelio es la primera misión
de la Iglesia, como lo señalaba el Venerable Pablo VI en su Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi", esta misión compromete a cada
bautizado, haciéndonos discípulos y misioneros de Jesucristo para llevar este
anuncio a cada rincón de nuestro país. En esta ocasión, los Obispos del Perú
deseamos llamar la atención y llevar a la reflexión a todo el pueblo peruano
sobre un tema muy delicado: los refugiados.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) existen alrededor de 42,5 millones de personas desplazadas
forzosamente en el mundo, 25,9 millones bajo su protección (10,4 millones de
refugiados y 15,5 millones de desplazados internos); en nuestro país, de
acuerdo a la Pastoral de Movilidad Humana y la Comisión Católica Peruana de Migración, Agencia Implementadora del ACNUR, el número de refugiados reconocidos por el
Estado peruano asciende en el momento actual a 1,137 personas de diferentes
nacionalidades, destacando los cubanos, colombianos, palestinos, sirios bengalíes, e srilanqueses, países africanos y otros que llegan a Perú en busca
de protección. En los últimos meses hemos venido siendo testigos en las
fronteras de nuestro país del drama de cientos de ciudadanos haitianos en su
peregrinar hacia Brasil, expuestos a múltiples situaciones como los delitos de
trata de personas y tráfico de migrantes, la Iglesia atenta a este problema ha
prestado especial atención en las fronteras dando asistencia y protección a
estas personas.
Frente a esta realidad, motivada por la caridad de Cristo
y por su enseñanza: “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed, y me
diste de beber, fui extranjero y me acogiste, estuve desnudo y me vestiste,
enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a ver” (Mt 25,35-36), la Iglesia
ofrece su amor y su asistencia a todos los desplazados forzosos y refugiados,
sin distinción de religión o procedencia social, respetando en cada uno la
inalienable dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios (Génesis
1,27). Se debe recordar que en cada
refugiado y su familia se tiene la representación de la “Sagrada Familia en su
huida a Egipto” (Mateo 2,13-15).
El Papa Emérito Benedicto XVI en su Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2013: Migraciones: peregrinación
de fe y esperanza, señala que: “…la Iglesia y las diversas realidades que en
ella se inspiran están llamadas a evitar el riesgo del mero asistencialismo,
para favorecer la auténtica integración, en una sociedad donde todos y cada uno
sean miembros activos y responsables del bienestar del otro, asegurando con
generosidad aportaciones originales, con pleno derecho de ciudadanía y de
participación en los mismos derechos y deberes.” De igual modo, el Santo Padre Francisco ha señalado a fines de mayo en su intervención en la XX Asamblea
Plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e
Itinerantes que: “La atención de la Iglesia, que es “madre” se manifiesta “con
especial ternura y cercanía a quien se ve obligado a huir de su país y vive
entre la erradicación y la integración. Esta tensión destruye a las personas.
La compasión cristiana –este “sufrir con-pasión”– se expresa ante todo en el
compromiso de conocer los eventos que empujan a dejar por fuerza la patria, y
donde sea necesario, a dar voz a los que no pueden hacer oír el grito de dolor y
de la opresión.”
En el Día Internacional del Refugiado, los Obispos del
Perú animamos a los diversos Estados y en especial al nuestro, a elaborar
políticas públicas que garanticen plenamente los derechos de las personas en
movilidad, en especial de los refugiados. En el marco del Año de la Fe iniciado por el
Papa Emérito, Benedicto XVI y continuado por Su Santidad el Papa Francisco,
impartimos la bendición de Dios sobre todas las personas que experimentan el
drama del refugio.
X
Daniel Turley Murphy OSA
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X
Salvador Piñeiro García Calderón
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Obispo
de Chulucanas
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Arzobispo
de Ayacucho
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Monitor
de la Pastoral de Movilidad Humana
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Presidente
de la Conferencia Episcopal
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