Patrona de los marineros.
Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte
Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar
culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se
retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a
una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora
a la Madre de Dios.
Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el
Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la
Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes
18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII,
cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía
una Misa para la Inmaculada Concepción.
En las palabras de Benedicto XVI, 15.VII.06:
"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la
costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus
faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre
de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes
de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos
la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de
Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que
cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la
Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith
Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la
Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de
contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo
insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la
cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra,
«llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y
vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo
deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el
mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo
el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude
a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración".
La estrella del Mar
y los Carmelitas
Los marineros, antes de la edad de la electrónica,
dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí
la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las
aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.
Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se
vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice
que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina
y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre
conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella
junto al mar.
Los Carmelitas y la
devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del
Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella
acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los
Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven
el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de
Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban
a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de
que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.
La devoción a la Virgen del Carmen se propagó
particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.
España
Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de
España como patrona está Beniaján, Murcia.
América
Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región
de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del
2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más
de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.
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