Fundadora del Instituto de
Misioneras Cruzadas de la Iglesia
Martirologio Romano: En Buenos Aires, en Argentina, beata
Nazaria de Santa Teresa March Mesa, virgen, nacida en España y emigrante con su
familia a México, la cual, llena de celo misionero, consagró su vida a la
evangelización de los pobres y necesitados en varias naciones de América latina
y fundó el Instituto de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia (1943).
Etimológicamente: Nazaria = Aquella consagrada a un fin,
es de origen hebreo.
La Madre Nazaria Ignacia nació el 10 de enero de 1889, en
Madrid (España). Fue la cuarta hija (melliza) de 11 hermanos. A la edad de 9
años hizo la Primera Comunión y fue entonces cuando sintió la primera llamada
del Señor: “Tú Nazaria, sígueme”. A la que Nazaria respondió: “Te seguiré,
Jesús, lo más cerca que pueda una humana criatura”.
Pasando los años, esta llamada se hacía más fuerte, al
mismo tiempo que Nazaria quería ser libre, vivir y gozar de su juventud. No
obstante, fue generosa y dijo ¡Sí!
La familia pasó serias dificultades económicas y Nazaria
Ignacia, solidaria con los suyos, buscó modos de ayuda aún a costa de su propia
humillación. Por motivos económicos, la familia, March Mesa, tuvo que
trasladarse a México. En el mismo barco en que viajaban, iba también un grupo
de Hermanitas de los Ancianos Desamparados, coincidencia que posteriormente la
determinó a ingresar con ellas en 1908.
Regresa a España para iniciar su Noviciado y en 1912 es
destinada junto con 9 compañeras, para una fundación en Oruro-Bolivia. Durante
más de 12 años formó parte de la comunidad de Hermanitas, dedicada con todo
fervor a las obras de caridad propias de su Instituto, estando al cuidado
inmediato de los ancianos, viendo en ellos los miembros doloridos del cuerpo de
Cristo. Salió también a recorrer otras ciudades, pueblos y minas postulando
limosnas para sus ancianitos. Allí de manera especial, sintió que “la mies era
mucha y pocos los operarios” (Lc. 10,2); que el clamor de los pobres subía al
cielo y esperaba una respuesta comprometida.
En los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola,
en el año 1920, en la meditación del Reino, ve plasmados sus ideales de
trabajar con todas su fuerzas por la unión y extensión del Reino de Cristo,
comprendiendo que sola poco podía hacer, sintió inmensos deseos de agrupar a
otras personas “Bajo el estandarte de la Cruz”, concibiendo la Congregación
religiosa como “una cruzada de amor en torno a la Iglesia”.
En 1920, acompañando a la Religiosas del Buen Pastor que
buscaban casa para fundar en Oruro, llegó al Beaterio de las Nazarenas (antigua
propiedad de los jesuitas, expatriados en 1767), sintió gran repugnancia
interior y deseos de salir pronto, por su aspecto de miserable abandono. Allí
en el templo, sintió que Jesús Nazareno le decía: “Nazaria, tú serás fundadora
y esta casa tu primer convento”. Durante unos años más, luchó contra sus ansias
de dar la vida por la predicación del Evangelio y su particular intuición del
misterio de la Iglesia, la fue guiando hasta formar una nueva familia eclesial.
Las circunstancias históricas y ambientales del nacimiento
en Bolivia de nuevas iglesias locales con escasez de sacerdotes y ausencia de
Congregaciones religiosas nativas; la presencia de sectas enfrentadas con la
Iglesia Católica y, la dura realidad económica, política y social del país, la
motivaron a dar una respuesta audaz.
Mons. Antezana, primer Obispo de Oruro; Mons. Sieffert,
Obispo de la Paz y Mons. Cortesi, Internuncio Apostólico en Bolivia, vieron en
todo ello, la acción del Espíritu y alentándola, apoyaron este nuevo brote de
vida en la Iglesia.
El 16 de junio de 1925, Nazaria sale de las Hermanitas,
para iniciar en el Beaterio la fundación de la nueva Congregación, con un
capital de 40 centavos entregados por la ex-abadesa de las Nazarenas. Diez
jóvenes bolivianas de distintos lugares fueron sus primeras compañeras. Con
ellas se iniciaron las primeras obras misionales en las minas: Uncía entre
otras; en el campo: Toledo, Condo, Challapata y Poopó.
El 12 de febrero de 1927, se declara erigida canónicamente
la Congregación religiosa diocesana de las Hermanas Misioneras de la Cruzada
Pontificia, “hija primeriza, tierna, legítima de la Iglesia boliviana”, en
palabras del Obispo, Mons. Antezana. El 8 de junio de 1935, la Congregación
recibe el Decreto laudatorio y así ésta, pasa a ser de Derecho Pontificio. El
día 9 de junio de 1947, el Instituto recibió la aprobación definitiva de las
Constituciones y el nombre de Misioneras Cruzadas de la Iglesia, ya muerta
Nazaria Ignacia.
Según las Constituciones, escritas por la Madre Nazaria
Ignacia, “El Instituto de las Misioneras de la Cruzada Pontificia, tiende a
realizar la acción social de la mujer, con la mayor perfección posible y tiene
por fin especial la difusión del catecismo entre niños y adultos y quiere como
distintivo característico suyo, ser reconocido por su particular unión con el
Santo Padre”
La Madre dirá también: “Que en amar, obedecer y cooperar
con la Iglesia en su obra de predicar el Evangelio a toda criatura, está
nuestra vida, el ser lo que somos”. “Este es nuestro espíritu: guerrero, fiel,
nada de cobardías, todos amores, amor sobre todo a Cristo y en Cristo a todos.
Repartirse entre los pobres, animar a los tristes, dar la mano a los caídos;
enseñar a los hijos del pueblo, partir su pan con ellos, en fin, dar toda su
vida, su ser entero por Cristo, la Iglesia y las almas”
Y es así como, en fidelidad a su iglesia, a su pueblo y a
su tiempo, las “pontificias”, con el carisma, impulso y vida de la M. Nazaria
Ignacia, atendían en Oruro a niñas abandonadas, visitan a los presos,
catequizaban en las parroquias y en los cuarteles, preparaban las visitas
pastorales en las minas y en los campos. Buscaban la promoción de la mujer, a
través de la profesionalización y la defensa de sus derechos, con la fundación,
en Bolivia, del primer “Sindicato de obreras” de América latina. “Liga católica
de Damas Bolivianas” que tenia por fin el mejoramiento religioso, moral,
cultural y económico de la sociedad boliviana, especialmente de las clases
pobres y obreras. Con publicaciones que ayudaban a que ocupen su lugar en la
sociedad y en la Iglesia.
El 10 de diciembre de 1938, fundó en Buenos Aires,
Argentina una Asociación de señoritas con el nombre de “Margaritas Pontificias
del Pilar” su fin era formarse para trabajar después en la Acción Católica. Y
otras muchas, largo de describir, Talleres y Escuelas para niñas pobres del
pueblo… que tenían el mismo fin, la promoción de la mujer. Para ayudar a los
obreros y desempleados, se quitaban de su propio pan, mendigaban para ellos,
organizaban Asociaciones, “Comedores populares”, “Ollas del Pobre” donde,
además del alimento, se buscaba junto con ellos, solución a sus problemas. Su
preocupación por los últimos y no atendidos, la llevó a crear el “Hogar de
pobres” que atendían a pobres desamparados que tocaban ya al fin de sus vidas;
niñas paralíticas, dementes y ciegas abandonadas de todo auxilio; ancianitas
inhábiles, defectuosas y ciegas, que necesitaban toda clase de ayuda para
seguir subsistiendo los cortos días que le quedaban en la tierra. Los más
desechados encuentran cariñosa acogida en él. Entre otras de sus preocupaciones
destaca, los jóvenes y la unión de las familias, a los que dedicó, ella y las
primeras hermanas, gran esfuerzo. También la unidad de los cristianos, llegando
la Madre a pedir a todas sus religiosas que pidieran y trabajaran para que
haya: “Un solo rebaño y un solo Pastor”
Durante los 10 primeros años, la Congregación estaba
presente en: Bolivia, Argentina, España y Uruguay.
En Bolivia estaban presentes: En Cochabamba, La Paz,
Potosí, y Santa Cruz, realizaban y ampliaban su labor, respondiendo a
circunstancias concretas. En tiempos de guerra dejaron sus conventos para
atender los “Hospitales de sangre” y, después, a los huérfanos de guerra, a
quienes consideraban miembros de su propia familia. Nazaria Ignacia muere en
Buenos Aires-Argentina el 6 de julio de 1943, dejando gran fama de santidad.
Sus restos son trasladados a la casa Matriz de Oruro (Bolivia), según su deseo,
el 18 de junio de 1972.
La Conferencia Episcopal boliviana, las Hermanas
Misioneras Cruzadas de la Iglesia y el Pueblo de Bolivia, pidieron a S.S. Juan
Pablo II, que la M. Nazaria Ignacia sea reconocida en su santidad y mostrada al
pueblo de Dios como ejemplo posible de imitación e inspiración, para los
jóvenes, familias y evangelizadores. Fue Beatificada por S.S. Juan Pablo II en
Roma, el 27 de Septiembre de 1992.
El Sr. Nuncio de S.S. Giovanni Tonucci, se expresaba así
al anunciar oficialmente al pueblo de Bolivia su Beatificación: “No dudo de que
este primer fruto de santidad en tierras bolivianas abrirá el camino a tantas
otras almas para seguir el ejemplo de la Madre Nazaria, VERDADERA PROFETA DE LA
NUEVA EVANGELIZACIÓN”.
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