Santa Valentina |
Mártires.
Martirologio Romano: En Cesarea de Palestina, santos
Valentina, Tea y Pablo, mártires durante la persecución llevada a cabo en
tiempo del emperador Maximiano, siendo prefecto Firmiliano. Valentina, virgen,
por haber tirado a tierra de un puntapié la ara levantada en honor de los
dioses, fue arrojada al fuego junto con Tea, virgen también, después de haber
sido cruelmente atormentada, volando de este modo al encuentro del Esposo.
Pablo, condenado a muerte, habiendo conseguido un breve tiempo para orar, rogó
encarecidamente por la salvación de todos y seguidamente fue decapitado,
recibiendo la corona del martirio (Año 308).
En el reinado de Maximino II, Firmiliano, el sucesor de
Urbano en el gobierno de Palestina, llevó adelante con gran crueldad la
persecución contra los cristianos. En Cesárea, donde comparecieron ante él
noventa y siete confesores de la fe (hombres, mujeres y niños), mandó que se
quemase a todos con un hierro candente el tendón del pie izquierdo, que se les
arrancase el ojo derecho y se cauterizara la herida con fuego. Después, los
condenó a trabajos forzados en las canteras del Líbano. Muchos otros cristianos
de diferentes ciudades de Palestina comparecieron ante ese juez brutal y fueron
tratados en forma semejante.
Entre los cristianos arrestados en Gaza durante una
reunión en la que leían la Sagrada Escritura, figuraba una doncella llamada Tea, originaria de dicha ciudad. El
juez la amenazó con prostituirla en un lupanar. Tea echó en cara al tirano su
indecencia y Firmiliano, enfurecido, la mandó azotar y torturar.
Valentina, una joven cristiana de Cesárea
que se hallaba presente, gritó al juez: "¿Hasta cuándo vas a seguir
atormentando a mi hermana?" Al punto fue hecha prisionera y arrastrada
hasta el altar pagano. Valentina derribó a puntapiés el brasero y el incienso
que estaban ya preparados sobre el altar. Firmiliano, fuera de sí de rabia,
ordenó a los verdugos que la torturasen aún más que a Tea. Después mandó atar y
quemar vivas a las dos jóvenes.
También en Gaza, el 25 de julio de 308, fue decapitado por
causa de la fe un cristiano llamado Pablo.
En el sitio de la ejecución oró por sus compatriotas, por la propagación de la
fe, por todos los presentes, por el emperador, por el juez y por el verdugo.
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