04-07-2012 L’Osservatore Romano
Al venerado y querido hermano
el señor Cardenal Tarcisio Bertone
En la víspera de mi partida para la estancia veraniega en
Castelgandolfo, deseo expresarle mi profunda gratitud por su discreta cercanía
y por su iluminado consejo, que me ha servido de gran ayuda en estos últimos
meses.
Habiendo notado con tristeza las injustas críticas que se
han lanzado contra su persona, quiero renovarle la seguridad de mi confianza
personal, que ya le manifesté con la carta del 15 de enero de 2010, cuyo
contenido para mí no ha cambiado.
Al encomendar su ministerio a la intercesión maternal de
la santísima Virgen María, Auxilio de los cristianos, y de los Apóstoles san
Pedro y san Pablo, me complace enviarle, además de mi saludo fraterno, la
bendición apostólica, como prenda de todo bien anhelado.
Vaticano, 2 de julio de 2012
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