(El perdón sólo es efectivo en quien saber perdonar).
Hoy, con la perspectiva del "gran perdón" de Dios que Jesús implora y alcanza desde la Cruz, entendemos que la ofensa sólo se supera mediante el perdón, y que el perdón sólo puede ser efectivo en quien, a su vez, perdona (así lo manifestamos al rezar "Padrenuestro"). El tema del "perdón" aparece continuamente en todo el Evangelio.
Dios, llevando la iniciativa, ha venido a nuestro encuentro para reconciliarnos con Él; por el perdón ha pagado el precio de descender a las miserias de la existencia humana y a la muerte de Cruz. Como contrapunto, tenemos la "Parábola del siervo despiadado": a éste le había sido perdonada la increíble deuda de diez mil talentos, pero luego no estuvo dispuesto a perdonar la deuda —ridícula en comparación— de cien denarios que le debían. ¡Cualquier cosa que debamos perdonarnos mutuamente es siempre poco comparado con la bondad de Dios que perdona a todos!
—Señor, ayúdame a recordar frecuentemente tu petición desde la Cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
No hay comentarios:
Publicar un comentario