30-03-2012 L’Osservatore Romano
Cor Unum financiará un nuevo proyecto para
el desarrollo agrícola en dos diócesis de Cuba. Es el primer fruto concreto de
la visita de Benedicto XVI al pueblo
de la isla caribeña. El Papa había llevado consigo, entre las personalidades
del séquito, al cardenal Robert Sarah,
presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, precisamente para concordar con los obispos cubanos posibles
intervenciones en favor de la población. «Hemos encontrado dos posibles áreas
de intervención —explica el cardenal en esta entrevista a nuestro periódico,
sin citar a los dos obispos interesados— y ahora esperamos un proyecto que
financiaremos como expresión concreta de la caridad del Papa para las
necesidades de las poblaciones cubanas». El cardenal habló luego del verdadero
sentido de la caridad cristiana tal como lo testimonió el Pontífice en todos
los momentos de este «intenso viaje espiritual».
Eminencia, durante la misa celebrada por el Papa en la
Plaza de la Revolución, en La Habana, había un cartel enorme, situado entre dos
edificios, que parecía envolver a los fieles reunidos en oración con BenedictoXVI, en el que estaba escrito «La caridad nos une». Algunos leyeron en esta
frase un significado político. ¿Cree que
se puede relacionar el adjetivo político con la caridad?
Ciertamente, la caridad une a todos los hombres. Une al
hombre con Dios y en consecuencia a todos los hombres. Por esto, el Papa se
hizo peregrino de la caridad en México y en Cuba, y al pie de la Virgen de la Caridad del Cobre es como si hubiera vuelto a las fuentes de aquel amor del que
la caridad es la expresión más concreta. Realmente no sé si es correcto hablar
de política en referencia a la caridad cristiana. La caridad es la esencia
misma del cristianismo; Dios es caridad y amor. Por tanto, la Iglesia tiene la
misión de hacer que la humanidad redescubra este amor que se transforma en
caridad. Su primera dimensión es la gratuidad. No se hace caridad para recibir
algo en cambio. No es expresión del egoísmo individual; es expresión del amor
de Dios. Así pues, la Iglesia tiene la misión de ayudar a descubrir, a través
de su testimonio, el amor de Dios que genera caridad. Y no creo que en esto se
pueda ver un plan o una estrategia política. Por desgracia, es verdad que con
mucha frecuencia se dice que se ama a alguien, que se quiere ayudar a quien
padece necesidad, pero albergando el recóndito pensamiento de una compensación
personal. Esto, sin embargo, no es propio de la Iglesia, la cual enseña a amar
y a socorrer al necesitado con el espíritu de la gratuidad del don de Dios.
Esta es su misión, una misión, por consiguiente, y no una política de la
caridad.
¿Cómo ha
testimoniado el Papa en este viaje recién concluido el sentido cristiano de la
caridad?
Con cada palabra, con cada gesto. Pero el testimonio más
hermoso lo ha dado con su persona, con su humildad, la expresión más bella y
verdadera de su amor por el hombre. La caridad cristiana tiene muchos rostros y
el Papa los resume todos en su persona. Su modo de hablar, su modo de abrirse a
los demás, de comprenderlos, de ponerse a la escucha de todos, incluso de los
que tienen ideologías muy distintas de la nuestra, como puede ser la cubana
para permanecer en el ámbito de este viaje, son expresiones de la caridad
cristiana. A los cubanos les ha hecho comprender su cercanía en este momento de
dificultad; ha encendido en ellos una nueva esperanza, les ha mostrado los
posibles caminos para recuperar la paz en la reconciliación; y ha sido un
hermoso testimonio de la caridad que predica por el mundo. Y, dirigiendo a la
comunidad internacional su claro llamamiento para que el pueblo cubano no deba
sufrir más a causa del embargo, ha mostrado otro de los rostros de la caridad
cristiana. También en las conversaciones con las autoridades cubanas, sin
juzgarlas, sino invitándolas a prestar más atención a las demandas de la
población, dio un gran testimonio. Porque es caridad no juzgar, no agredir, no
acusar, no alimentar actitudes de conflicto.
¿Qué le ha
impresionado más de este viaje?
Me ha impresionado mucho la espontaneidad del pueblo
mexicano, su fe sencilla pero gozosa, el increíble amor que ha manifestado al
Papa, sobre todo a los jóvenes, que representan el futuro del país, de la
Iglesia. También en Cuba, sin querer hacer comparaciones, porque las
situaciones de ambos países naturalmente son diferentes, al final se produjo un
hermoso testimonio de afecto al Papa. Tal vez al inicio faltó un poco la
espontaneidad que había caracterizado a México, pero al final cambiaron y,
cuando comprendieron quién era el Papa y qué había ido a hacer entre ellos,
inundaron las calles para manifestarle su amor. Y considerando que no es fácil
manifestar la propia fe, se comprende que debe de hacer sido precisamente el
amor lo que les dio la valentía necesaria para vencer el miedo y salir de casa.
Esto me impresionó mucho: ver que la fe del pueblo cubano es viva a pesar de
que se han visto forzados a vivir lejos de Dios durante muchos años.
¿De qué modo Cor
Unum piensa hacer concreta la caridad del Papa?
Pude hablar con dos obispos, los cuales me dijeron que
habían obtenido el permiso de las autoridades para trabajar con y por los
campesinos de sus diócesis. Por tanto, siguiendo indicaciones precisas del
Papa, les pedí que elaboraran un proyecto, y les manifesté la disponibilidad de
Cor Unum para ayudarles en su realización.
¿Qué experiencias ha
vivido en este viaje acompañando al Papa?
He experimentado la misma expresión de fe de mi gente
africana. He visto la misma espontaneidad, la misma alegría de creer y de vivir
la propia fe. Me he sentido feliz al constatar que la Iglesia tiene gran
vitalidad y sigue creciendo en América, como en África y en Asia. Así pues,
esta experiencia ha hecho aumentan en mí la esperanza de que por fin se
comprenda el papel fundamental que tiene en el mundo la fe en el Señor de la
Iglesia universal. No sólo para ayudar a los católicos, sino también para
ayudar al mundo a tomar consciencia de que el hombre no vive sólo de dinero, de
las riquezas materiales. El hombre necesita a Dios. Y el Papa viaja por los
caminos del mundo para recordar al hombre distraído de nuestro tiempo que Dios
existe y que si quiere descubrir la verdadera felicidad debe volver a él.
Mario Ponzi
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