Hoy, en Evangelio, meditando la escena de la curación en la piscina de Betsaida, analizamos el origen del cuarto Evangelio, cuya peculiaridad ha llevado a la investigación crítica moderna a dudar de su carácter "histórico", considerándolo una "reconstrucción teológica" tardía (posterior a los Apóstoles). Pero algunos papiros del siglo II, hallados en Egipto, demostraron que debió haberse escrito ya en el siglo I…
Algunos autores (Bultman…) afirmaron que las líneas maestras del cuarto Evangelio procederían del "gnosticismo". Pero la "gnosis", históricamente, apareció como movimiento espiritual no antes de finales del siglo I. Finalmente, la investigación sobre Juan ha confirmado que este Evangelio: 1º se basa en un conocimiento extraordinariamente preciso de lugares y tiempos (propio de alguien perfectamente familiarizado con la Palestina del tiempo de Jesús); 2º su argumentación parte del Antiguo Testamento, y está profundamente enraizada en el judaísmo de la época.
—El Evangelio de Juan nos dice, expresamente, que se remonta a un testigo ocular del Crucificado: "El que lo vio da testimonio (…) y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis" (Jn 19,35).
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