Jueves 30
Nov 2017
Estambul (Turquía) (AICA): “Aunque lejos de Roma en mi visita pastoral a Myanmar y Bangladés,
deseo expresar mis mejores deseos fraternos a Su Santidad y a los miembros del
Santo Sínodo en la conmemoración litúrgica de San Andrés apóstol”, expresó el
papa Francisco en su mensaje enviado a Su Santidad Bartolomé, patriarca de
Constantinopla, con motivo de celebrarse hoy, 30 de noviembre la fiesta de san
Andrés apóstol, hermano de San Pedro y patrono de la Iglesia Ortodoxa.
El mensaje del Papa fue entregado al patriarca en mano, por el cardenal Kurt
Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos, que encabezó la delegación de la Santa Sede que participó hoy de la
Divina Liturgia, en la iglesia patriarcal de San Jorge en El Fanar, en
Estambul, Turquía.
Acompañaron al purpurado el obispo
Brian Farrell, secretario del mismo dicasterio, y monseñor Andrea Palmieri,
subsecretario. En Estambul se unió a la delegación el arzobispo Paul F.
Russell, nuncio apostólico en Turquía.
Mensaje
del Santo Padre
A Su
Santidad Bartolomé, arzobispo de Constantinopla
Patriarca
ecuménico
Aunque lejos de Roma en mi visita pastoral a Myanmar y Bangladesh, deseo expresar mis mejores deseos fraternos a Su Santidad y a los miembros del Santo Sínodo, al clero, los monjes y todos los fieles reunidos para la Divina Liturgia en el Iglesia Patriarcal de San Jorge en la conmemoración litúrgica de San Andrés apóstol, hermano de Simón Pedro y primer llamado de los apóstoles, patrono de la Iglesia de Constantinopla y del Patriarcado Ecuménico. Cuando el diácono invite a los reunidos durante la Divina Liturgia a orar “por aquellos que viajan por tierra, mar y aire”, les pido, por favor, que oren también por mí.
La delegación que he enviado es un
signo de mi solidaridad espiritual con su oración de acción de gracias y
alabanza por todo lo que nuestro Dios Todopoderoso y Misericordioso ha logrado
a través del testimonio del apóstol Andrés. De la misma manera, la delegación
del Patriarcado Ecuménico, recibida en Roma el pasado junio, demostró su
cercanía espiritual con nosotros al celebrar las maravillosas obras que Dios,
fuente de todo bien, realizó a través de los apóstoles Pedro y Pablo, santos
patronos de la Iglesia de Roma.
Los apóstoles proclamaron hasta los
confines de la tierra, a través de sus palabras y el sacrificio de sus vidas,
lo que ellos mismos habían visto, escuchado y experimentado: la Palabra de
Vida, nuestro Señor Jesucristo, que murió y resucitó por nuestra salvación.
Hacer nuestra su proclamación nos permite entrar en comunión con el Padre, a
través del Hijo, en el Espíritu Santo, que es el fundamento mismo de la
comunión que une a los bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad (véase
1 Jn 1). : 1-3).
Los católicos y ortodoxos, por
profesar juntos los dogmas de los primeros siete Concilios Ecuménicos, creyendo
en la eficacia de la Eucaristía y en los demás sacramentos y preservando la
sucesión apostólica del ministerio de los obispos, experimentan ya una profunda
cercanía ( cf. Unitatis Redintegratio, 15). Hoy, en agradecimiento al Dios de
amor, en obediencia a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo y en fidelidad a
la enseñanza de los apóstoles, reconocemos la urgencia de crecer hacia una
comunión plena y visible.
Es motivo de alegría saber que en la
víspera de la festividad de San Andrés, durante una reunión a la que asistió Su
Santidad, se conmemoró el cincuentenario de la visita del papa Pablo VI a El
Fanar el 25 de julio de 1967. Ese momento histórico de comunión entre los
pastores de la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla trae a la mente
las palabras del patriarca Atenágoras al dar la bienvenida al papa Pablo VI a
la Iglesia Patriarcal de San Jorge, donde están reunidos hoy.
Creo que estas palabras pueden seguir
inspirando el diálogo entre nuestras Iglesias: “unir lo que está dividido, con
mutuas acciones eclesiásticas, allí donde quiera que ello sea posible,
afirmando los puntos comunes de fe y de gobierno, orientando así el diálogo
teológico hacia el inicio de una comunidad sana, sobre los fundamentos de la fe
y de la libertad de pensamiento teológico inspiradas por nuestros Padres
comunes y presentes en las diversas tradiciones locales, como fue favorecido
por la Iglesia desde el principio” (Tomos Agapis, Vatican-Phanar (1958-1970),
pp. 382-383).
Mi más sincero agradecimiento a Su
Santidad por la generosa y cálida hospitalidad brindada por la Metrópolis de
Leros del Patriarcado Ecuménico, bajo el cuidado pastoral de Su Eminencia
Paisios, a los miembros del Comité Coordinador de la Comisión Internacional
Conjunta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia
Ortodoxa. Deseo alentar de nuevo este diálogo teológico.
El consenso alcanzado por católicos y
ortodoxos sobre ciertos principios teológicos fundamentales que regulan la
relación entre la primacía y la sinodalidad en la vida de la Iglesia en el
primer milenio puede servir para evaluar, incluso críticamente, algunas
categorías teológicas y prácticas que evolucionaron durante el segundo milenio
en conformidad con esos principios. Tal consenso puede permitirnos imaginar una
forma común de entender el ejercicio del ministerio del Obispo de Roma, en el
contexto de la sinodalidad y al servicio de la comunión de la Iglesia en el
contexto actual. Esta delicada tarea debe llevarse a cabo en una atmósfera de
apertura mutua y, sobre todo, en obediencia a las demandas que el Espíritu
Santo hace de la Iglesia.
Su Santidad, amado hermano en Cristo,
en los últimos meses he seguido con gran interés su participación en
importantes acontecimientos internacionales celebrados en todo el mundo sobre
el cuidado de la creación, la convivencia pacífica entre pueblos de diferentes
culturas y tradiciones religiosas, y la presencia de los cristianos en el Medio
Oriente. El compromiso de Su Santidad es una fuente de inspiración, apoyo y
estímulo para mí personalmente porque, como bien sabe, compartimos estas mismas
preocupaciones. Es mi ferviente esperanza que los católicos y ortodoxos puedan
promover iniciativas conjuntas a nivel local con respecto a estos temas, ya que
hay muchos contextos en los que ortodoxos y católicos ya pueden trabajar juntos
sin esperar el día de la comunión plena y visible.
Con la seguridad de mi continuo
recuerdo en la oración y con sentimientos de cálido afecto intercambio con Su
Santidad un abrazo fraterno de paz”.
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