Lectura
del santo evangelio según san Lucas 19,45-48
En aquel tiempo, entró
Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito
está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis
convertido en una "cueva de bandidos."»
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
Reflexión del Evangelio de hoy
Subamos
a consagrar el templo
Cuando
es consagrado el altar de un templo, considerando a Cristo como su fundamento,
el Obispo presenta ante el mundo a Dios que es amigo de los hombres y nos
invita, a ser amigos de Dios.
Debemos
tener muy claro que, en nuestro corazón, en nuestra mente y en nuestra acción
debe ocupar el primer lugar: «ocuparnos en las cosas de “mi” Padre,» tan claro
como lo tenía el Señor Jesús. Por ello también nosotros debemos «subir a
purificar y consagrar el templo,» el templo de nuestro corazón, pues como dice
San Pablo “Cada uno de nosotros somos Templo del Espíritu Santo”.
Si
nosotros dejamos entrar a Dios en nuestra vida y en nuestro mundo, si dejamos
que Cristo viva en todo nuestro ser, consagrándole la “piedra” de nuestro
corazón, experimentaremos la alegría de compartir la vida con Dios mismo,
comprobando que somos objeto de su amor infinito.
Siendo
esto una realidad, nuestra condición de templo de Dios proclamará la grandeza
de Dios, de modo similar a como lo hacen las grandes catedrales, o las humildes
ermitas florecidas en las más altas cumbres, pues el Templo es considerado como
un don de Dios, en el que Él mora. Aunque, no debemos perder de vista que: Dios
no necesita una morada donde vivir, pues «suyos son el cielo, la tierra y
cuanto contienen.»
El
Templo es, lugar de culto, por ello siempre hay un altar en el que ofrecemos
Sacrificio en honor de Dios. El Templo es también lugar de oración, es decir,
el lugar propio y propicio para el encuentro con Dios.
Que
el esfuerzo que cada uno de los Hijos de Dios hacemos por conservar nuestra
alma bella y limpia sea fructuoso, pues a Dios le agrada morar en ella, ya que
somos: "edificio espiritual", construido por Dios con, las
"piedras vivas," que somos los cristianos, y edificados sobre el
único fundamento que es Jesucristo, "piedra angular de la Iglesia."
Jesús
entró en el templo
Es
verdad que estaba permitido vender animales en el atrio del Templo, pues
estaban destinados a los sacrificios que se iban a ofrecer en el Templo.
Lo
que no estaba permitido era “hacer negocio,” aunque las autoridades disimulaban
porque participaban de las ganancias de los mercaderes. Es decir que todos:
“del uso pasaron al abuso.”
Con
el gesto de expulsar a los vendedores del Templo, Jesús defendía el orden
verdadero contenido en la Ley y los Profetas. Al comercio de animales y a los
negocios con dinero Jesús contrapone el verdadero culto a Dios.
Jesús
nos muestra a Dios como el que ama, y el poder de Dios como el poder
del amor. Así nos dice qué es lo que forma parte, para siempre, del verdadero
culto a Dios: el Amor, el servicio y la misericordia.
Dice
san Pablo en 1 Cor. 3, 17: «el templo de Dios es santo: y ese templo sois
vosotros,» por ello debemos dar cabida en nuestra alma al Santo Espíritu de
Dios que es nuestra Luz, nuestra Fuerza, la Vida de nuestra interioridad donde,
somos nosotros mismos, en la soledad de nuestra persona.
Debemos
hacer de nosotros mismos, de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra
sociedad, el “Templo de Dios”, el centro de oración por excelencia, centro de
soledad con Dios y de comunión con Cristo y con los hermanos.
Me
gustó este cuento que oí en una ocasión y que creo que resume muy bien lo que
he querido expresar:
«Un
Ángel de la de la Guarda, jubilado, al regresar al cielo, dejó olvidada su
libreta de apuntes. Allí pudimos leer estas líneas:
“Hoy
le dije al párroco:
Cuide,
su reverencia, con esmero del templo. Sin embargo, nunca lo considere propiedad
personal. Menos aún teatro, museo, almacén de maravillas, o jaula para encerrar
a Dios. Invite a sus feligreses a venir. Pero insístales que el Señor está
primordialmente en su conciencia y en el recinto de sus hogares. Y procure,
ante todo, que la liturgia sea resonancia de ese encuentro, personal y
profundo, de cada fiel con el Padre de los Cielos.”»
Monjas
Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/24-11-2017/
No hay comentarios:
Publicar un comentario