Lectura del santo evangelio según san Lucas
14,1-6
“Un
sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y
ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía
y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: ¿Es lícito curar
los sábados, o no? Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo
curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: Si a uno de vosotros se le cae al pozo
el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado? Y se quedaron sin
respuesta”.
Reflexión del Evangelio de hoy
Pablo
amaba a sus hermanos
Pablo
amaba a sus hermanos. La causa de su sufrimiento era ver lo equivocados que
estaban, cómo se aferraban a sus “falsas seguridades.” Pablo era consciente de
que la causa y raíz de lo que envenena a las personas, a los pueblos y a las
naciones, y perturba la mente, es la ignorancia de la verdad. Y, no sólo su
ignorancia, sino a veces hasta el desprecio y la temeraria aversión a ella.
Somos
conscientes de que la ignorancia engendra errores de todo género, que penetran
como peste en lo profundo de las almas y se infiltran en las estructuras
sociales, tergiversándolo todo, con peligro de los hombres y de la
convivencia humana.
No
tengamos miedo y no nos desanimemos por los inconvenientes, a veces incluso
serios, que encontraremos al querer dar a conocer a Dios, su amor y su
salvación gratuita.
San
Pablo no huía de las dificultades ni de los sufrimientos, porque era muy
consciente de que forman parte de la cruz que, como cristianos, debemos llevar
cada día. Comprendió a fondo la condición a la que la llamada de Cristo expone
al discípulo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz y sígame.» Es decir, Pablo era consciente de que la evangelización y su
éxito pasan por la cruz y el sufrimiento. El sufrimiento nos une a Cristo y a
los hermanos, y expresa la plenitud de nuestro amor, cuya fuente, y prueba
suprema, es la misma cruz de Cristo. Por ello, Pablo quería ser «por el bien de
sus hermanos, un proscrito lejos de Cristo»
No
perdamos de vista que la primera forma de evangelización es el testimonio de la
propia vida. La santidad de vida es un don precioso que debemos ofrecer a
nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestras comunidades. Hoy más que nunca
la santidad es una exigencia de perenne actualidad.
La
sociedad en que vivimos tiene necesidad del testimonio claro y atrayente de una
vida coherente y ejemplar.
Acojamos
el don de su amor y de su verdad
A
veces los hombres estamos equivocados y nuestra manera de actuar es falsa,
porque no nos mueve el Amor a Dios y a los hermanos. Lo que nos mueve es la
apariencia: “somos observantes de nuestros deberes religiosos”, “somos
piadosos”, pero, nuestra vida interior, nuestra relación con Dios, se debilita
porque nuestra vida está vacía de Amor a Dios y a nuestros hermanos.
Curando
al enfermo hidrópico, Jesús nos invita a vivir en favor de los que sufren y de
los que son poco valorados y apreciados. Nos invita también a “bajar” del
pedestal, a vivir desde la humildad y la valentía de la bondad. Así mismo nos
invita a aceptar el rechazo de los demás, actuando, a pesar de ello, con
misericordia.
Debemos
huir del “qué dirán”, poniendo como motivación de nuestro vivir el amor a
Cristo Jesús, teniendo en cuenta que la caridad no se reduce a una simple
actividad, sino que implica el don de nosotros mismos, y, esto requiere
tiempo, esfuerzo y perseverancia: debemos comenzar educando nuestro corazón,
por medio de pequeños sacrificios cotidianos, necesarios, pequeños gestos
mediante los cuales demostramos amar a Dios y a nuestro prójimo.
Para
no caer en la falsedad de los fariseos es absolutamente necesario que
dialoguemos, que trabajemos por conocernos mutuamente, respetarnos, tolerarnos,
aceptando nuestra diversidad, y tratando de colaborar, de todas las formas que
nos sea posible, para lograr los grandes objetivos de la humanidad, sus
grandes necesidades, para que todos superemos nuestros fanatismos y, vivamos
con espíritu de paz y de amor.
La
finalidad fundamental del dialogo es ayudarnos a vivir en el amor y hacer que
ese amor se pueda difundir por todas las partes del mundo.
La
enseñanza del Señor Jesús en el Evangelio es el gran don de Dios a los hombres,
es el don de Su Amor y de Su Verdad, que no podemos retener sólo para nosotros
mismos, sino que debemos ofrecerlo a los demás, teniendo en cuenta que Dios nos
da a todos la libertad y la luz necesarias para admitir Su Amor y Su Verdad.
Hoy
celebramos con gozo la santidad de nuestro hermano San Martín de
Porres nacido en Lima en 1.579. Su vida es muy conocida, no por ello
quiero dejar de resaltar que: Vivió en plenitud la caridad y la humildad
alimentadas por su amor a Cristo Crucificado, sus largas horas de adoración
Eucarística, el amor a la Virgen María sobre todo en su advocación del Rosario
con la que conversaba amorosamente, y, también profesaba gran devoción a su
Ángel de la Guarda. Su muerte acaeció el 3 de Noviembre de1.639. Gregorio XVI
lo beatificó en 1.837, y Juan XXIII lo canonizó en 1,962, dándole el hermoso
apelativo de "Martín de la caridad".
Monjas
Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/3-11-2017/Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
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