miércoles, 29 de noviembre de 2017

Evangelio del día (29-11-2017)

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Te has rebelado contra el Señor del cielo

No está exento el texto de Daniel de simbolismo: es la última noche de un imperio que acumula recados sobre este fin. En un banquete al que están invitados todos (mil, cifra con marchamo de plenitud) y donde se bebe vino en abundancia. Esto hace que los vasos sagrados del templo se usen para este fin, lo que no deja de ser perturbadora profanación cuya autoría corresponde al rey Baltasar y a su padre Nabucodonosor, hecho más simbólico que real.
El sacrilegio consumado de usar los vasos sagrados tiene inmediata respuesta al ver cómo se decreta el fin de fiesta, que es lo mismo que decir el fin del imperio. Una mano misteriosa escribe en el muro a la vista de todos un mensaje imposible de ser descifrado por los astrólogos reales, pero no por Daniel. Éste rechaza los honores que le promete el rey si desvela el enigma escrito en la pared del salón.
La lectura del mensaje divino encierra tres recados o tres acusaciones que vienen a decir que el reinado está tarifando y viviendo sus últimos días. Ni el orgullo, ni la idolatría y el sacrilegio del rey con su corte van a ser capaces de silenciar la voz del Señor, el Dios de Israel, por medio de Daniel. 
Os odiarán a causa de mi nombre
La comunidad de Lucas no vive sus mejores momentos; además surgen por doquier falsos mesías y ruidosos pregoneros del inminente fin del mundo. El texto amasa diferentes mensajes, tanto los referentes a la ruina de Jerusalén como los que hablan del remate de este mundo.
Pero parece más interesante el lenguaje profético que el apocalíptico en este evangelio. No parece que sea ni conocido ni inminente el tiempo de la parusía, por lo tanto urge serenar los ánimos y templar el espíritu. Y mirar con nuestro mejor afecto el mundo y la historia presente, trufada a buen seguro de dificultad y tribulación.
El creyente no debe bajar los brazos, sino, en nombre del Señor Jesús, resistir, perseverar, renovar el compromiso de seguimiento fiel a la voz del Maestro, porque toda comunidad sabe por ella misma que la defensa oportuna, los argumentos aclaratorios y denunciantes, siempre vendrán no de nuestros talentos sino de la fuerza del Espíritu que no nos deja hundirnos en nuestra patente debilidad.
Ni con la destrucción de Jerusalén ni el terrible ataque a las Torres Gemelas ha acabado el mundo, pero los cristianos estamos obligados a proclamar en la clave propia del siglo XXI que buscamos el rostro de un Dios que es Padre y enamorado de la vida de todos sus hijos. Los regímenes de este mundo pasan, todos los poderosos tienen a su pesar fecha de caducidad, pero el Reino de Dios sigue vigente y a la espera de ser afianzado cada día más, porque nuestro Dios no sabe abandonar a sus hijos.
¿Tiene asumida la comunidad creyente que su inserción en este mundo conlleva vivir la fe en conflicto y en esperanza?


Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/29-11-2017/

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