Hoy el evangelista atrae nuestra atención sobre otro "título" que describe la actuación de Jesús: el "Siervo de Dios". Junto a la esperanza de salvación, en el Antiguo Testamento sobresale proféticamente la perspectiva del "Siervo de Dios" que sufre por todos, de un Mesías que salva mediante el desprecio y el sufrimiento.
El servir de Jesús es su verdadera forma de reinar, y nos
deja presentir algo de cómo Dios es Señor: en su pasión y muerte, la vida de
Jesucristo se muestra como un "existir para los demás". Cristo lavó
los pies a los Apóstoles: en este gesto de humildad —en el cual se sintetiza la
totalidad de su servicio— el Señor está ante nosotros como Aquel que se ha
hecho siervo por nosotros, que carga con nuestro peso, dándonos así la
verdadera pureza y la capacidad de acercarnos a Dios.
—Jesús, en tu abajamiento, en tu humillación hasta la
Cruz, descubro la gloria (la grandeza) de Dios.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de BenedictoXVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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