Hoy también nos planteamos cómo "llegar" a Dios:
¿disponemos de alguna "señal" de su existencia? Jesucristo no esquiva
la pregunta. Pero su respuesta arranca desde la Escritura y se ilumina con una
velada referencia a su resurrección. Respuesta que, seguramente, no satisface
las expectativas ni de aquéllos ni de algunos modernos interlocutores. ¿Por
qué?
Hay un error de base: reducimos a Dios a objeto y le
imponemos nuestras condiciones de laboratorio, asumiendo como real sólo lo que
es experimentable y palpable. ¡Pero Dios no se deja someter a experimentos! Por
ahí no le encontraremos, porque esto supone negar a Dios como Dios, situándonos
por encima de Él. Quien discurra de este modo se "auto-endiosará",
degradando no sólo a Dios, sino también al mundo y a sí mismo.
—Jesús, gracias porque no has venido imponiéndote con
evidencias palpables, sino que nos conquistas discretamente desde el amor
manifestado amablemente en la Cruz y desde de la escucha interior de la
oración.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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