Hoy hasta causa extrañeza oír hablar del
"demonio". ¿Todavía existe? ¡El demonio existió y no dejará de existir!
¿Quiénes son los demonios? ¿De dónde han salido? No son fuerzas anónimas, sino
un "alguien": personas que, habiendo sido creadas por Dios para el
bien, se han "condenado" eternamente por usar perversamente su
libertad.
Estar "condenado" es un eterno y lamentable
estado personal en el que el alma no halla gusto en nada, no quiere nada ni a
nadie, ni tampoco admite ser querido. Es una auto-expulsión de la capacidad de
amar, es el vacío absoluto, en el que la persona vive en contradicción consigo
misma y cuya existencia constituye realmente un fracaso. Siendo Dios el Bien,
¿puede Él aceptar esto? Hemos de entenderlo desde la perspectiva divina: su
infinita bondad respeta la libertad del condenado, permitiendo que siga
existiendo tal como ha elegido existir.
—Señor, Rey soberano, no quiero más libertad que la de
servirte; mi único temor es el de contristarte y perderte eternamente.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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