Hoy, ante el aparente dictado de los elementos del mundo
(la muerte inapelable, una enfermedad incurable), Jairo y la "hemorroísa"
oponen una nueva esperanza: ¡Jesucristo! En esta escena se invierte la
concepción del mundo —también hoy en auge— que ve lo divino en las fuerzas
cósmicas, pero no en un Dios al que se pueda rezar.
No son los elementos del cosmos, ni las leyes de la
materia, lo que en definitiva gobierna al mundo y al hombre, sino un Dios
personal. La "última palabra" la tiene la razón, la voluntad, el
amor: una Persona. Y, si conocemos a esta Persona, y ella a nosotros, entonces
el poder inexorable de los elementos materiales ya no es la última instancia;
ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres.
—Jesús, contemplándote a ti se afianza en nosotros la
confianza de que nada es casual ni fatal en nuestras vidas: hay un Espíritu que
en ti se ha revelado como Amor. ¡El cielo no está vacío!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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