Al iniciar esta Semana Santa,
acompañando el dolor de tantos hermanos que en nuestro Perú y otros países
sufren a causa de los huaicos y de las inundaciones, queremos llevarles el
mensaje de Cristo crucificado y resucitado, que dijo a sus discípulos: «No
tengan miedo», y también: «la paz sea con ustedes». Esta semana grande ha de
tener también el perfil de una caridad solicita, que nos lleve a salir de
nosotros mismos para ayudar a aquellos que necesitan hoy de nuestra pronta
generosidad.
En estos días la Iglesia
anuncia y conmemora la vida, pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo, que murió en la cruz para la salvación de todos los hombres.
La Semana Santa nos introduce
a la fiesta de la Pascua, tiempo propicio para renovar nuestra fe en Jesucristo
y para asumir las exigencias de su Palabra. Son días de recogimiento y
reflexión, tiempo propicio para contemplar el misterio de Cristo: adorarlo en
la Eucaristía, acogerlo en el don de la vida y acompañarlo en el pobre y en el
necesitado.
Como cristianos, reconocemos
las hondas raíces evangélicas de la religiosidad de nuestros pueblos, expresada
con abundancia en estos días santos. La cruz, fermento de una cultura de
solidaridad y de cercanía con el más débil y el humilde, se ha convertido en
bálsamo suave para devolver la esperanza al que sufre y al olvidado.
Este tiempo de gracia nos
invita a desarrollar, camino hacia la Pascua, tres actitudes importantes: el
servicio, al estilo del Señor que «no ha venido a ser servido sino a servir»;
el compartir, como nos enseña el Maestro cuando multiplica los dos panes y
cinco peces para alimentar a la multitud hambrienta; y la oración, actitud del
corazón que nos acerca a Jesús en la intimidad y el silencio.
Celebrar la Pascua es
celebrar el triunfo de Jesús sobre la muerte y el pecado, es vivir el gran
misterio del amor de Dios por el hombre, que le lleva a enviar a su Hijo para
salvarnos. En esta Semana Santa, tiempo de fe y conversión, pedimos al Señor
por nuestras autoridades y por todo nuestro pueblo para que juntos podamos
aceptarle y construir un Perú libre y solidario.
A todos ustedes, hermanos y
hermanas, les deseo en el Señor una Feliz Pascua de Resurrección.
¡Cristo ha resucitado, Él está vivo!
X Salvador Piñeiro García Calderón
Arzobispo
Metropolitano de Ayacucho
Presidente
de la Conferencia Episcopal Peruana
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