3 de julio, 2013 (romereports.com) Durante una de sus últimas misas antes de sus vacaciones, el Papa reflexionó sobre el apóstol Santo Tomás, cuya fiesta se celebra hoy. El Papa recordó las dudas del apóstol antes de ver a Jesús resucitado y tocar sus heridas. Por eso, Francisco dijo que para encontrar hoy a Dios hay que besar las heridas de Jesús en quienes tienen hambre, son pobres, están enfermos o encarcelados.
Papa Francisco
“Encontrarás las llagas de Jesús haciendo obras de misericordia, ayudando al cuerpo -el cuerpo- el alma también, pero -insisto- al cuerpo de tu hermano herido, porque tiene hambre, porque tiene sed, porque está desnudo, porque ha sido humillado, porque es esclavo, porque está en la cárcel, porque está en el hospital. Esas son las heridas de Jesús de hoy. Jesús nos pide que hagamos un acto de fe en Él, pero a través de estas heridas.
“Ah, muy bien. Vamos a hacer una fundación para ayudar a todos y vamos a hacer muchas cosas buenas para ayudarles”. Eso es importante, pero si nos quedamos a este nivel seremos sólo filántropos. Tenemos que tocar las heridas de Jesús, debemos acariciar las heridas de Jesús, tenemos que curar las heridas de Jesús, con ternura, tenemos que besar las heridas de Jesús, literalmente. Basta pensar a lo que le pasó a San Francisco cuando abrazó al leproso. Lo mismo que a Tomás: su vida cambió” .
La misa fue concelebrada por el cardenal francés Jean-Louis Tauran, el que anunció al mundo la elección del Papa Francisco el pasado 13 de marzo.
Extractos de La Homilía
“Después de la resurrección, Jesús se aparece a los apóstoles, pero Tomás no estaba allí: quería que esperara una semana. El Señor sabe por qué hace las cosas. A cada uno de nosotros le da el tiempo que Él piensa que es mejor para nosotros. A Tomás le ha concedido una semana.
Jesús se presenta con sus llagas: todo su cuerpo estaba limpio, hermoso, lleno de luz, pero las llagas estaban y están todavía, y cuando el Señor vendrá, al final del mundo, nos enseñará sus llagas. Tomás, para creer, quería meter sus dedos en las llagas: era un testarudo. Pero el Señor quiso precisamente un testarudo para hacernos comprender algo más grande. Tomás vio al Señor, que le invitó a meter el dedo en la herida de los clavos, a poner su mano en el costado y no dijo: es verdad: el Señor ha resucitado. ¡No! Fue más allá. Dijo: ¡Dios! Es el primer discípulo que confiesa la la divinidad de Cristo después de la resurrección. Y que adora.
Y así se entiende cuál era la intención del Señor al hacerlo esperar: tomar su incredulidad para llevarla no a la afirmación de la Resurrección, sino la afirmación de su divinidad. El camino hacia el encuentro con Jesús-Dios son sus llagas. No hay otro. En la historia de la Iglesia ha habido algunos errores en el camino hacia Dios. Algunos creían que al Dios viviente, al Dios de los cristianos, podemos encontrarlo en el camino de la meditación, e ir más lejos con la meditación. Eso es peligroso, ¿eh? ¡Cuántos se pierden en ese camino y no llegan! Llegan sí, tal vez, al conocimiento de Dios, pero no de Jesucristo, Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad. A esto no llegan. Es el camino de los gnósticos, ¿no? Son buenos, trabajan, pero no es el camino correcto. Es muy complicado y no te lleva a buen puerto.
Otros pensaban que para llegar a Dios hay que ser mortificado y austero, y han elegido el camino de la penitencia: sólo la penitencia y el ayuno. Y ni siquiera estos llegaron al Dios vivo, a Jesucristo Dios vivo. Son los pelagianos, que creen que con su esfuerzo pueden llegar. Pero Jesús nos dice que la manera de encontrarle es encontrando sus llagas, y las llagas de Jesús las encuentras con las obras de misericordia, dando al cuerpo y al alma, sobre todo al cuerpo de tu hermano llagado, porque tiene hambre, porque tiene sed, porque está desnudo, porque está humillado, porque es un esclavo, porque está en la cárcel, porque está en el hospital. Esas son las llagas de Jesús hoy. Y Jesús nos invita a hacer un acto de fe en Él, pero a través de estas llagas. ¡Vale, muy bien! ¡Hagamos una fundación para ayudar a todo el mundo y hacer tantas cosas buenas! Eso es importante, pero si nos quedamos en este nivel seremos sólo filántropos.
Tenemos que tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús, tenemos que curar las llagas de Jesús con ternura, tenemos que besar las llagas de Jesús, y esto literalmente. Pensemos, ¿qué pasó con San Francisco, cuando abrazó al leproso? Lo mismo que a Tomás: su vida cambió. Para tocar al Dios vivo no hay necesidad de hacer un curso de actualización, sino entrar en las llagas de Jesús, y para ello basta salir a la calle.
Pidamos a Santo Tomás a gracia de tener el coraje para entrar en las llagas de Jesús con nuestra ternura y seguramente tendremos la gracia de adorar al Dios vivo”.
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