Mensaje del Presidente de la
Conferencia Episcopal Peruana
con motivo de las Fiestas Patrias
Al celebrar este 28 de julio el 192ª Aniversario de la
Independencia del Perú, se despierta nuestro sentimiento de peruanidad como un
compromiso ineludible en la construcción de un país justo, inclusivo, solidario
y creyente que honra su historia, sus tradiciones, sus instituciones, y sus
símbolos.
Como peruanos asumimos la riqueza de la fe, la cultura y
los valores cristianos, que nos legaron las generaciones que nos precedieron,
para construir desde allí una Patria grande y soberana. El desafío que nos depara
la historia actual, nos exige el fiel cumplimiento de las leyes legítimas,
especialmente aquellas que son necesarias para el crecimiento y el desarrollo;
nos exige el desempeño leal y honesto de todas las personas que cumplen un
cargo en las instancias que conformar el Estado y la sociedad peruana; nos
exige gestos concretos de solidaridad con los más débiles de nuestra sociedad.
El Perú, tierra bendecida por Dios con diversas fuentes de
vida y riqueza natural, trabaja para compartir las bonanzas del desarrollo, que
logra con esfuerzo e inversión, con todos aquellos que han nacido en este
suelo: ya sea en los valles que reviven nuestras costas, en las desafiantes
montañas de los andes o en la enigmática selva de nuestra Amazonia. Con su
geografía inigualable y con el calor humano de su gente, nuestra Patria afianza
su crecimiento en la grandeza de cada uno de los peruanos y peruanas que con
amor y lealtad levantan un nuevo Perú.
Ciertamente, no podemos ser ajenos a las dificultades que
vive nuestro país, como es el aumento de la inseguridad ciudadana, de la
violencia y de la delincuencia. El debilitamiento político de algunas
importantes instituciones de nuestra Patria que no solo afectan a quienes las
integran sino que repercuten en todos los niveles de la sociedad suscitando
desconfianza en ellas y en los valores morales que representan. Superar estas
dificultades es una exigencia común en la que deben empeñarse el Estado, los
medios de comunicación y toda la sociedad, hasta alcanzar el camino de la paz y
el desarrollo basado en la justicia, la verdad, la honestidad y la solidaridad.
Convocados por el Papa Francisco a construir una sociedad
donde se derrame la fragancia de la fraternidad, levantamos la mirada a Rosa de
Lima, a Martín de Porres y otros santos peruanos que haciendo eco de la
radicalidad cristiana que pide Nuestro Señor Jesucristo, marcaron el corazón de
las generaciones de peruanos con un llamado a la honestidad de vida, a la
sencillez, a la cercanía del pobre, a la defensa de la vida, a la renuncia de
las ventajas personales y a la plena confianza en Dios.
Que Dios, el Señor de la historia, por la oración maternal
de la Virgen María, derrame sus abundantes gracias y bendiciones sobre nuestro
Perú, para que pueda alcanzar el desarrollo con equidad, el progreso económico
con justicia social y la formación del nuevo peruano en la solidez de los valores
que anuncia el Evangelio de la Verdad y de la Vida.
¡Felices Fiestas
Patrias! ¡Viva el Perú!
Lima, 26 de julio de 2013
X Mons. Salvador Piñeiro García
Calderón
Arzobispo de Ayacucho
Presidente de la Conferencia
Episcopal Peruana
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