Hoy celebramos a santa María Magdalena, discípula del
Señor, que en los evangelios ocupa un lugar destacado. San Lucas la incluye
entre las mujeres que siguieron a Jesús, después de haber sido "curada de
espíritus malignos y enfermedades".
Junto con la Madre santísima y el discípulo amado, la
Magdalena recogió el último suspiro de Jesús en el Calvario y el tácito
testimonio de su costado traspasado: comprendió que su salvación estaba en
aquel sacrificio. Ella descubrió —la mañana del domingo— el sepulcro vacío,
junto al cual permaneció llorando hasta que se le apareció Jesucristo
resucitado. A ella quiso confiarle el primer anuncio de la alegría pascual a
los Apóstoles (hizo de "apóstol de los Apóstoles").
—Santa María Magdalena: tú nos enseñas que el discípulo de
Cristo es quien —en la experiencia de la debilidad— ha tenido la humildad de
pedirle ayuda, ha sido curado por Él y lo ha seguido de cerca. Así, nos
convertimos en testigos del poder de su amor misericordioso, más fuerte que el
pecado y la muerte.
Fuente: master·evangeli.net
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