La América Latina Católica tiene en estos días su corazón
y sus miradas en Río de Janeiro hacia donde se dirigen miles de jóvenes para
encontrarse con el Papa Francisco, a la sombra del Cristo Redentor del Corcovado cuyos
brazos abrazan la ciudad y los peregrinos allí convocados por la fe y la
esperanza, con el anhelo de fortalecerse para despegar hacia una nueva
evangelización del continente.
Hay desafíos comunes que enfrentan los países de América
Latina y el Caribe: La defensa de la vida, desde su concepción hasta la muerte
natural; la lucha contra la corrupción en todos los niveles; el deterioro de la
familia y el crecimiento de los hijos sin la presencia de los padres; la transmisión
de la fe de una generación a otra; la victoria sobre la extrema pobreza y la
miseria; la búsqueda de una educación de calidad para todos, por mencionar los
más destacados, desafíos que nos exigen una respuesta valiente en fidelidad al
Evangelio.
El Santo Padre nos va señalando el camino. Como todo
hombre de Dios, desde las obras: las decisiones y los ejemplos, hasta la
palabra valiente, fraterna y paternal pero con la fuerza de la verdad que
ilumina las sombras e invita a salir a luz. Es un camino de misericordia, de
transparencia y de fidelidad a Cristo Redentor de la humanidad. Por eso, en
todas las comunidades católicas estos días son de oración por el Santo Padre el
Papa Francisco para que la JMJ sea un nuevo Pentecostés.
En nuestra oración, los católicos del Perú, oramos también
está nuestra Patria. Frente a los últimos acontecimientos políticos,
necesitamos mirar hacia el desarrollo con la fuerza de la unidad interna, que
solo es posible venciendo los intereses personales o grupales, para poder
pensar en la Patria. Necesitamos encontrar puntos de convergencia que sostengan
el desarrollo que estamos logrando, pero dentro de un marco de respeto, mérito
real y escucha de la ciudadanía.
Que el Papa Francisco extienda la bendición del Señor a
todo nuestro Continente, que camina en las huellas de Jesús, de la mano de
nuestra Señora la Virgen María, siempre fieles al Evangelio, a la Iglesia y a
la verdad sobre el hombre.
Con el Papa Francisco, a la sombra del Cristo de Río,
digamos sí a la civilización de la misericordia.
P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto
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