Sacerdote Jesuita Chileno.
Martirologio Romano: En Santiago de Chile, beato
Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Compañía de Jesús, que fundó una
obra para que los pobres que carecen de techo y los vagabundos, sobre todo
niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar (1952).
Un Santo de nuestro tiempo
Muchos artículos escribió el Padre Alberto Hurtado, grande
fue y es su obra, su trabajo fue tan impresionante como su legado, pues lo que
dejó y transmitió a sus sucesores y a su pueblo, es una tarea de amor total, es
así como me es difícil tomar una decisión sobre que escrito mostrar para hacer
ver como pensó este santo de nuestro tiempo, porque cada cosa que leo,
artículos, pensamientos, cada hecho o suceso, cada instante de su vida y obra,
es camino de santidad.
En uno de sus tantos artículos escribió: “Sería peligroso
sin embargo, bajo el pretexto de guardar contacto con Dios, refugiarnos en una
pereza soñolienta, en una quietud inactiva. Entra en el plan de Dios el ser
estrujado... La caridad nos urge de tal manera que no podemos rechazar el
trabajo; consolar un triste, ayudar un pobre, un enfermo que visitar, un favor
que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso, hacer una diligencia,
escribir un artículo, organizar una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones
de cada día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado a vivir para
Dios en abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita en su
puerta. Si alguien ha tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de
apostolado se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las
responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para aceptar las mayores.
Así nuestra vida y el celo por la gloria de Dios nos echan a una marcha
rápidamente acelerada, que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo
para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales... y un día llega en que
la máquina se para o se rompe. ¡Y donde nosotros creíamos ser indispensables se
pone otro en nuestro lugar!”
“Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor de
Cristo la que nos urgía? y darse a los hermanos ¿no es acaso darse a Cristo?”
“Mientras más amor hay, más se sufre: el deseo de hacer el
bien, siempre el bien, de socorrer a los desgraciados, de siempre enseñar y
siempre adaptar la verdad eterna, todo esto no se puede realizar sino en ínfima
medida. Aun rehusándonos mil ofrecimientos, imponiéndose una línea de
frecuentes rechazos, queda uno desbordado y no nos queda el tiempo de
encontrarnos a nosotros mismos y de encontrar a Dios. Doloroso conflicto de una
doble búsqueda: la del plan de Dios que hemos de realizar en nuestros hermanos
y la búsqueda del mismo Dios que deseamos contemplar y amar; conflicto doloroso
que no puede resolverse sino en el amor que es indivisible.”
Biografía
Valparaíso, es la segunda provincia en importancia de mi
país, esta larga y angosta faja de más de 5.000 kilómetros, que nace por el
oriente al pie de la cordillera de los Andes, la que en muchos lugares llega
hasta el mismo mar, Océano Pacifico, dejando algunos valles entre mar y
cordillera. Junto al mar, en la misma ciudad donde nací, Viña del Mar, pero 49
años antes, nace Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901, hijo de
Ana y Alberto, luego hermano también de Miguel, otro de los hijo del
matrimonio.
El padre de Alberto murió cuatro años después que el hubo
nacido, se dice que por asuntos económicos, luego su madre vendió las
propiedades familiares y emigró a Santiago, la capital donde vivió como
allegada, el espíritu solidario de su familia y su madre fue una característica
que llego a marcar y formar a Alberto "Las manos juntas para orar, pero
abiertas para dar", quien de nacer en un hogar acomodado, hace luego una
infancia que lo acerca a la vida humilde y a la pobreza.
Así fue, como a los ocho años de edad, Alberto ingresa a
estudiar en el colegio San Ignacio de Santiago como alumno becado, donde se
destaca por cumplir con sus obligaciones, reflejado en sus calificaciones, su
natural inclinación por hacer el bien, su incondicional entrega a sus
compañeros y amigos, sin dejar de ser un muchacho muy alegre y juguetón, lo que
atrae con admiración a sus compañero de curso y sus maestros.
Por ser una escuela católica el Colegio San Ignacio,
Alberto recibió una educación sólida y reforzada en la fe, es así como con tan
sólo 15 años él manifestó sus inquietudes por ingresar a la Compañía de Jesús,
siendo motivado a completar previamente su Bachillerato, del que egresó con el
premio en Apologética y mención honrosa en todas las materias posteriormente,
ya en 1918, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad Católica.
Por el año 1920, el país sufría algunas crisis laborales
en el área minera, principal fuente de riqueza hasta el día de hoy, como así
mismo la más importante fuente laboral, y no habiendo otros recursos de
trabajos Santiago, la capital, recibía gran cantidad de emigrantes que quedaban
marginados en la pobreza, habitando en miserables albergues. En esa realidad,
Alberto, quien se destacaba por su espíritu solidario, siendo estudiante, luego
de las clases universitarias, visitaba asiduamente a los trabajadores
desamparados a fin de ofrecer su apoyo moral y espiritual, esta tarea la hacia
motivando a otros amigos para que lo acompañaran.
No descanses mientras haya un dolor que mitigar, era un
bello lema del Joven Alberto, quien desde temprana edad adolescente fue
inquieto luchador por los más necesitados. Su labor inicial la hizo apoyada
desde el Patronato de Andacollo, ubicado en un sector marginal de Santiago,
barrio de Mapocho. Allí su acción y su entrega a favor de lucha contra la
miseria, le permitió ejercer una loable actividad, motivando su apostolado de
carácter social.
Alberto siente un natural impulso de aliviar el dolor de
los demás, es así como este Joven de profunda espiritualidad, y de gran
servicio a su prójimo, comienza a manifestar una bella actitud solidaria y samaritana
en los pobres y sufridos hombres, abandonados a su suerte experimentando una
espiritualidad muy profunda y de gran servicio. Es así, como en una ciudad
fría, de cemento, inclemente, con una sociedad donde la aristocracia no se la
juega por los pobres, y con grandes problemas de cesantía, Alberto, con un
gesto valiente, solidario, inspirado en el amor de Cristo, su amigo y líder,
vuelca todo su amor y muestra su adhesión y presta su apoyo a una causa ajena,
en situaciones difíciles, llevando palabras de aliento y el mensaje de la
Iglesia en cada albergue que visita.
El ejemplar comportamiento de vida y el respeto por la
vida institucional de Alberto, se muestra también en el cumplimiento de su
deber patriótico, y lo hace ingresado a cumplir con sus obligaciones militares
como cualquier estudiante responsable en este deber.
Del mismo modo el vio la necesidad de no dejar de
participar en los debates contingentes de la época en asuntos sociales a través
de las organizaciones estudiantiles.
Dentro de toda su actividad, Alberto no descuida la
oración, no deja de lado el ejercicio espiritual, participa en retiros, lo que
indica que su buena enseñanza católica del Colegio san Ignacio, su buena
educación en la familia, su grupo de amigos, es y sigue siendo algo muy
importante en su fe cristiana, adoptando como forma de vida, las enseñanzas de
Cristo y su incondicional amor por El, algo que refleja en sus actitud
permanente con su prójimo y consigo mismo.
De esta manera, con esta actitud solidaria y comprometida
con Cristo y sin entrar aún a la Compañía de Jesús, Alberto Hurtado concluye
sus estudios de Derecho, con distinción unánime en la Universidad Católica de
Chile.
Pero no era su carrera como abogado lo que el deseaba en
su corazón, y es así como el 14 de agosto de 1923, ingresa a la Compañía de
Jesús, con sus estudios en el Noviciado de Chillán, distante a poco mas de 400
Km. de su casa al sur de Chile, en ese lugar estaría dos años, después viaja a
Argentina, ciudad de Córdoba, lugar donde continua con su etapa inicial
preparatoria. En su caminar continua trasladándose por el año 1927 al Colegio
Máximo de Sarriá de Barcelona, en España, hasta el año 1931, para cursar por
tres años filosofía y teología y a continuación como consecuencia de la
realidad política española de la época con la instauración de la República, se
ve obligado a viajar a Bélgica, donde continua estudiando en la Universidad de
Lovaina, allí cursa otras materia relacionadas con la pedagogía y psicología.
Por que así Dios lo quiso, así fue en el Plan de Vida de
Alberto, es ordenado sacerdote en Lovaina, el 24 de agosto de 1933, luego
continuando con su brillante formación recibe el grado de doctor en Pedagogía
de la Universidad de Lovaina, finalizando su etapa de estudios jesuitas.
Así es, como en una de sus cartas escrita en le año 1933,
refleja su inmensa alegría de ser sacerdote, expresándose así "¡Ya me
tiene de sacerdote del Señor! Bien comprenderá mi felicidad y con toda
sinceridad puedo decirte que soy plenamente feliz”, luego, tres años mas tarde,
regresa a su país natal que es Chile a ejercer su tarea encomendada
divinamente. Sus primeras tareas, como educador y formador, la hace impartiendo
clase en la misma escuela que lo formó, el Colegio san Ignacio, en la misma
Universidad Católica de Chile y en el Seminario Pontificio Mayor.
Sin embargo, el país no había experimentado grandes
cambios y los problemas sociales continuaban, como país subdesarrollado, pobre,
marginal, clasista y racista, donde los que tenía buena situación económica se
autoproclamaban aristócratas, formando una clase separatista en categoría Alta,
que se mostraba indiferente a los afligido. En esa realidad, el Padre Alberto
Hurtado, siente la enorme necesidad de acudir a los desamparados, viendo en
cada pobre el rostro sufriente de Jesús.
Pero como el Plan de Dios en los hombres ha de cumplirse,
en el año 1937, la gran formadora de este Jesuita, doña Ana Cruchaga, madre de
Alberto, se encamina al encuentro con el Señor, cuando ella muere, Alberto
estaba en esos momento en sus Ejercicios Espirituales, y a pesar del dolor por
la partida de su madre, se siente reconfortado porque su convicción de la vida
eterna en la manos de Dios es dueña de su corazón.
El Padre Alberto, hombre de gran carisma, atrae a personas
de toda edad, es feliz trabajando con los jóvenes, es feliz oyendo a cada
necesitado, y con mucho entusiasmo invita a enloquecerse por Cristo, lo que el
llamada con alegría motivadora el "chiflarse" por Cristo.
Entonces observando y sintiendo la triste realidad social
del país, se empeña en llevar a cada rincón del territorio una palabra de
aliento y esperanza, es así, como en este ambiente el ve la necesidad
permanente de la Iglesia de aumentar las vocaciones sacerdotales, entonces esta
la oportunidad de captar nuevos servidores y los exhorta a seguir el bello
camino del servicio, con su ejemplo de vida la motivación siempre estaba en
buenas manos. Es así como impartió Ejercicios Espirituales y dirigió
espiritualmente a un grupo de jóvenes, que mas tarde dio como resultado a
buenos hombres de fe y servicio social.
Por el año 1941, es nombrado asesor de la Juventud de la
Acción Católica, que a partir de ese instante y a través de su conducción, el
movimiento cobra gran auge, debiendo viajar constantemente por distintos
lugares del país. El además se caracteriza por ser buen escritor, excelente
crítico social, buen observador de las cosas cotidianas, buen analista de la
realidad social de país, todo inspirado en su gran amor a Cristo, su
irrenunciable fe, su amor al prójimo, su espíritu de servicio, su gran
preocupación por la comunidad y principalmente los pobres.
El Padre Hurtado, conciente de lo que llamaba la
“injusticia social trae más males que los que puede reparar la caridad",
se transforma en un buen obrero luchador por la transformación de una sociedad
más justa, las tristes y pobres condiciones en las cuales viven los marginados
socialmente en chile, la situación de los obreros, le causa un gran dolor, y
una gran motivación para dedicarse a ellos, es tan vehemente, que busca, piensa
y expresa todo los que puede ser de ayuda a los sufridos trabajadores, bajo el
único concepto de justicia y amor que habita en su corazón, que es el espíritu
de Cristo. Es así como él se hace presente en muchos sectores laborales, pala
en mano se hace presente en las minas salitreras o de carbón en Chile.
En su incansable preocupación por los asuntos sociales,
este notable solidario con sus hermanos, viaja a otros lugares como Paris en
busca de elementos de juicio que aporten a su causa, llega a entrevistarse
hasta con el Papa S.S. Pío XII, en Roma, a quien expone y presenta la realidad
religiosa, social y política de su país Chile, haciéndole notar temas tan
urgentes como llevar la doctrina social de la Iglesia al mundo sindical y hacer
presente el espíritu cristiano en los trabajadores. También pasa por Bélgica,
donde se ordeno sacerdote, para estudiar la liga de los campesinos católicos y
los sindicatos cristianos.
En el año 1944 se involucra en lo que sería su proyecto
más importante y de gran reconocimiento hoy en todo el País. Este comienza en
una noche fría y lluviosa en una fecha que no es tradicional para la estación
primaveral, en el mes de octubre, cuando es interceptado por un hombre de
condición económica pobre que le solicita ayuda porque no tiene un lugar en
donde dormir. Alberto con su gran corazón, se estremece, al verlo, desamparado
y enfermo, y ve en aquel hombre pobre al mismo Cristo desolado.
Absolutamente conmovido, mas tarde cuenta su experiencia a
un grupo de señoras de la congregación del Apostolado Popular que se encontraba
en un retiro, con una gran respuesta, porque ellas también se conmovieron y
sintieron el llamado de Cristo y decidieron entregar sus joyas y bienes que
tenían a mano para dar impulso a una gran obra de caridad, así el 21 de
diciembre de ese mismo año, el Padre Alberto Hurtado coloca la primera piedra
del Hogar de Cristo.
El Hogar de Cristo es una de las obras de caridad más
grande y tal vez la de mayor reconocimiento en el país, en ella el chileno
expresa su solidaridad, en ella se refugian los pobres de Chile, en ella
encuentran paz, descanso, comida y la presencia espiritual del Padre Alberto
Hurtado. Esta obra surge de la espiritualidad del Padre Alberto, y de su gran
concepto de lo que es ser solidario en Cristo, viéndolo a El en el rostro del
desolado, el desamparado, el marginado y el hambriento hombre en busca de
refugio.
“Dar al que lo necesita hasta que duela”, es una expresión
acuñada en el corazón de muchos chilenos por el Padre Alberto Hurtado. También
fue la invitación que ha sido acogida por sacerdotes y laicos que han estado
dispuestos a trabajar por los más pobres, en un hogar que mucho amor, respeto y
consideración se respira un aroma de autentica caridad para niños, adulto y
ancianos, enfermos y sanos, chicos vagabundos, que habían hecho su hogar junto
al Río, debajo de un puente, en una humilde choza de cartón, quienes en
principio fueron recogidos por una típica camioneta de los años cincuenta que
aún se conserva en excelentes condiciones.
Pero también, preocupado por la suerte del obrero chileno
y sus paupérrimas condiciones, el Padre Alberto, se introdujo en el mundo del
trabajo creando además la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) en 1947,
ocupando el cargo de Capellán. Allí en la (ASICH), formó dirigentes cristianos
y organizó los servicios jurídicos y sociales para defender sus derechos. Cabe
destacar el reconocimiento y la afiliación de esta organización a la
Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos e integrada a organismos
internacionales como la ONU, UNESCO y la Organización Internacional del Trabajo.
También es el creador de la revista Mensaje, que público
su primer número en octubre de 1951, revista con la cual se hicieron presente
los valores de solidaridad, el servicio, la justicia social, y el Evangelio.
Así fue, como el 18 de agosto de 1952, a los cincuenta y
dos años de edad, y estando enfermo de cáncer, fue llamado por Dios, del cual
tenemos la convicción total, que fue recibido amorosamente, como uno de sus
predilectos hijos, que se entregó por entero a vivir y trabajar en el espíritu
del amor de Cristo como uno mas de sus apóstoles.
El Padre Alberto Hurtado Cruchaga, fue beatificado en Roma
en 1994 y es el segundo de los chilenos, después de la carmelita Teresita de
los Andes, y muy pronto también la joven Laurita Vicuña, que tiene un puesto de
honor junto a todos los santos de Dios. Canonizado el 23 de octubre de 2005,
por el Santo Padre, Papa Benedicto XVI.
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