Mártir.
Eleazar es un nombre que significa: "Dios me
ayuda".
La Santa Biblia, en el 2º Libro de los Macabeos (capítulo
6) narra así la historia de ese mártir.
"Eleazar era de los principales especialistas en
explicar al pueblo la Ley del Señor. Era varón de avanzada edad y de muy noble
aspecto. Los enviados del impío rey Antíoco, querían obligarlo a desobedecer la
santa ley de Dios, pero él prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame,
dispuso marchar voluntariamente al suplicio del apaleamiento, después de
rechazar valientemente todo lo que iba contra las leyes santas".
"Los que estaban encargados de obtener que los
israelitas renunciaran a sus antiguas y sagradas costumbres, lo invitaban a
simular que sí hacía lo que la ley prohibía, aunque no lo hiciera, para que
obrando así se librara de la muerte y por su antigua amistad con ellos
alcanzara benevolencia y buen trato."
Tomando una noble resolución, digna de su edad, de la venerabilidad
de su ancianidad, del inmejorable proceder que había tenido desde niño, y sobre
todo de su inmensa veneración a las leyes santas dadas por Dios, se mostró
consecuente con lo que profesaba, y pidió que más bien lo enviaran a la muerte,
en vez de hacerle propuestas que iban en contra de su conciencia. Y dijo estas
inmortales palabras: "a mi edad no es digno fingir hacer lo malo, aunque
lo que se haga sea bueno. Porque después muchos jóvenes, creyendo que Eleazar a
los 90 años se ha pasado a las costumbres de los que no tienen ninguna
religión, se podrán desviar, y yo por haber simulado lo que no era cierto con
el pretexto de conservar el poco tiempo de vida que aún me queda atraería
deshonra e infamia a mi vejez. Porque aunque yo lograra en el presente librarme
de los castigos de los hombres, ni vivo ni muerto podré librarme de los
castigos que Dios tiene reservados para los que van contra su santa Ley. Por
eso al sacrificar ahora valientemente la vida, me mostraré digno de mi ancianidad,
dejando a los jóvenes un ejemplo noble, al morir generosamente, con valentía y
nobleza, por defender las leyes de nuestra sagrada religión".
Al terminar Eleazar de decir las bellas palabras
anteriores, se fue enseguida al suplicio. Los que lo llevaban, cambiaron su
suavidad de poco antes en dureza, después de oír sus valientes declaraciones, y
empezaron a apedrearlo sin compasión.
El, cuando ya estaba a punto de morir, dijo entre
suspiros: "El Señor Dios que posee la ciencia santa, sabe muy bien que yo
pudiéndome librar de la muerte, soporto por su amor los crueles dolores que
produce en mí este apaleamiento, pero en mi alma lo sufro con gusto porque se
trata de demostrarle a mi Dios cuanto lo quiero y lo estimo". De este modo
murió santamente. Y Eleazar no dejó sólo a los jóvenes sino a todos los
creyentes, con su heroica muerte, un ejemplo de nobleza, valor y generosidad y
una invitación a preferir morir antes que pecar.
No tengas respetos humanos que vayan contra tu alma.
(Eclesiásticos).
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