Fundadora de la Orden de
Martirologio Romano: En Toledo, en España, santa Beatriz
da Silva Meneses, virgen, que fue dama noble de corte de la reina Isabel, pero,
después, prefiriendo una vida de mayor perfección, se retiró a las religiosas
de la Orden de Santo Domingo durante muchos años y fundó, finalmente, una nueva
Orden con el título de Orden de la Concepción de la Bienaventurada Virgen María
(1490).
El padre de Beatriz había luchado con las fuerzas
portuguesas en la conquista de Ceuta en el año 1415, a las órdenes del capitán
Pedro Meneses, conde de Viana y descendiente de los reyes de Castilla. De esa
conquista parte el origen de amistad, conocimiento y posterior unión de las
familias Silva y Meneses por el matrimonio entre don Rui Gomes da Silva y doña
Isabel Meneses. Tuvieron once hijos y dos de ellos están en los altares; Amadeo,
el quinto de los hermanos, que tomó el hábito franciscano, fundó la Orden
llamada de los "amadeístas" y se dedicó a implantar la reforma en la
Iglesia y Beatriz que fue canonizada por el Papa Pablo VI el día 3 de octubre
del año 1976.
Se desconoce con certeza el lugar y fecha del nacimiento
de Beatriz. En cuanto al lugar algunos entendidos se pronuncian por Ceuta y
otros se inclinan por Campomayor; y en lo que se refiere a la fecha se duda
entre el 1424 ó 1426. Sí se sabe que por los favores prestados en las guerras
del norte de Africa, el rey Juan I ofreció la Alcaldía de Campomayor a don Rui
Gomez de Silva, ciudad fronteriza con España, en el distrito de Portalegre y
perteneciente a la diócesis de Evora, allá en el Alentejo. Fue en la casa
solariega de la familia donde tanto Beatriz como sus hermanos recibieron una
esmerada educación y aprendieron el amor a Dios, a Jesucristo y a su Madre
santa María. Consta como avecindada en Campomayor los años 1434 al 1447.
Cuando el rey Juan II de Castilla contrajo matrimonio con
Isabel de Portugal, se traslada la reina portuguesa al lado de su marido y es
en Tordesillas (Valladolid) donde está la Corte. Lleva con ella a damas
portuguesas que la acompañan y entre las cuales se encuentra Beatriz. Parece
que su belleza fascinó al Rey y a cuantos jóvenes la llegaron a conocer; y que
eso fue la causa de que pronto llegaran los celos de la Reina. Se cuenta que
mandó encerrar a Beatriz en un baúl y que de este cautiverio fue milagrosamente
salvada por la Virgen al tercer día de encierro.
Llega al convento de Santo Domingo el Real, en Toledo.
Allí moró durante treinta años en calidad de seglar dedicada al silencio y a la
oración, al sacrificio y al desprecio del mundo. Llega a contar la historia
anónima del siglo XVI que jamás nadie, ni hombre ni mujer, vio su rostro por
mantenerlo siempre cubierto con un velo, muy posiblemente por haber sido su
belleza el motivo de locuras ajenas. Dedicó todos sus bienes al culto a Dios y
a obras de caridad, repartiéndolos entre los pobres. Intenta interesar a la
Reina Isabel la Católica en sus proyectos de fundar y consigue de ella la
donación de las casas de los palacios reales de Galiana, junto a la muralla
norte de Toledo y su capilla. Y contando con la decisión de doce compañeras
funda la Orden de la Inmaculada Concepción, que el Papa Inocencio VIII aprueba
con la Bula "Inter Universa" el 30 de abril de 1489. Poco tiempo de
vida pudo dirigir la nueva orden inmaculista por morir, avisada unos días antes
por la Virgen, en la misma fecha en que estaba prevista la ceremonia de toma de
velos y fundación.
El franciscano P. Fray Juan de Tolosa evitó la extinción
de la recién nacida Orden impidiendo que se fusionaran en Toledo las
concepcionistas con las dominicas.
Luego, el también franciscano Cardenal Cisneros volvió a
avivar la Orden y facilitó la fundación de nuevos conventos.
Su obra se extendió por Europa y América llegándose a
contar la Orden más de 150 monasterios al ser canonizada por Pablo VI el 3 de
Octubre de 1976.
Es un consuelo para los españoles ver en la historia
patria la decisión y empeño del fervor creyente sin fisuras en la Inmaculada
Concepción de la Virgen siglos antes de que esa verdad fuera proclamada dogma
por la autoridad máxima de la Iglesia.
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