Brazzaville (Agencia Fides)- “La tragedia que se ha abatido sobre esta gente es realmente enorme. Familias enteras han perdido sus hogares y a varios de sus miembros” dice a Fides Su Exc. Mons. Jan Romeo Pawlowski, Nuncio Apostólico en Brazzaville, devastada, el 4 de marzo por una serie de explosiones en cadena de un almacén de municiones en el cuartel de Mpila.
“Ayer fui a dos centros de acogida que han sido establecidos en dos iglesias. Hoy continuaremos con las visitas”, dice Mons. Pawlowski. Según fuentes oficiales, las personas sin hogar son al menos 3.000. “Entre los desplazados, también hay algunos refugiados de la vecina República Democrática del Congo que desde hace algún tiempo se habían refugiado en Brazzaville. Ahora, por segunda vez han perdido todo de nuevo”, subraya el Nuncio.
“Debo decir que admiro el compromiso de la población y de la Iglesia local que ofrecen lo poco que tienen para ayudar a las personas sin hogar, desde alimentos, agua y ropa. Es importante que estas personas se sientan acogidas. Todos se están movilizando dentro de los límites de su capacidad para satisfacer las necesidades inmediatas de estas personas: desde el gobierno hasta los Obispos que han hecho un llamamiento a la solidaridad, desde Cáritas a las embajadas extranjeras”. En este sentido, Mons. Pawlowski recuerda que “dentro de la mala suerte se ha producido una coincidencia positiva. Hace dos meses, cuando se celebraron las elecciones presidenciales en la vecina República Democrática del Congo, las embajadas de Brazzaville, al menos las de los países occidentales, se prepararon para recibir una posible afluencia de refugiados en el caso que en Kinshasa (separada de Brazzaville por el río Congo) se produjese algún tipo de incidente. Por esta razón, algunas embajadas poseían reservas de alimentos, tiendas de campaña y colchones que ahora se han puesto a disposición de los afectados por esta tragedia”.
La zona afectada directamente por la explosión todavía no es accesible. El ejército ha hecho declarar el toque de queda en la zona por el riesgo de artefactos explosivos sin detonar. Deben llegar del extranjero algunos expertos en explosivos para realizar la puesta en seguridad del área. “Se está tratando de volver lentamente a la normalidad, aunque nos enfrentamos con el problema de los heridos, mientras se continúa con la búsqueda de las personas desaparecidas entre la desesperación de los familiares y amigos. Al ver los daños que han sufrido los edificios de los distritos que rodean la zona prohibida, podemos imaginar la devastación que hay en la zona más cercana al epicentro de la explosión. Aquí se ha destruido por completo la parroquia de San Luis de los Franceses. Por desgracia nos han confirmado que un grupo de fieles no siguió la invitación del párroco de alejarse y entró de nuevo en el edificio. Se teme que estas personas se encuentren bajo los escombros”, dice el Nuncio.
La cifra de las víctimas todavía es provisional. “Algunos hablan de 500, otros incluso de miles de muertos, hay quienes afirman que muchas personas han quedado sepultadas. En estas circunstancias, es difícil hacer una evaluación. En estos días, hace mucho calor, y ahora se teme también la aparición de las epidemias”, dice Mons. Pawlowski. “Que el mundo no se olvide de la tragedia de Brazzaville”, dice el Nuncio.
(L. M.) (Agencia Fides 6/3/2012)
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