Hijo pródigo de Rembrandt |
Hoy leemos en el Evangelio, quizás, la más bella de las parábolas de Jesús. Tiene tres protagonistas: los dos hermanos (el hijo "pródigo" y el que se quedó en casa) y el padre bueno. Jesucristo, realmente, en aquel momento se encontraba ante dos "hermanos": publicanos y pecadores, por un lado; fariseos y letrados, por otro. Con sus palabras, Jesús justificaba su bondad y su acogida para con los pecadores.
Más aún: Jesucristo identifica su bondad hacia los pecadores con la bondad del padre de la parábola. Con su actitud, Jesús se convierte en revelación viviente de quien Él llamaba su "Padre". ¿Cómo ha mostrado Dios su amor misericordioso por los pecadores? Haciendo morir a Cristo por nosotros "cuando todavía éramos pecadores" (Rom 5,8). Jesús no aparece explícitamente en el marco narrativo de su parábola porque vive identificándose con el Padre celestial, recalcando la actitud del Padre en la suya propia.
—Jesús, a través de la figura del Padre, te veo en el centro de esta parábola como la realización concreta del obrar paterno.
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