Introducción
La
persona de san José es entrañable. Basta lo poco que los evangelios nos dicen
de ella para que esté presente en la Iglesia a lo largo de la historia.
¡Cuántos cristianos llevan el nombre de José, de María José, de Josefa! Su
imagen está presente en la mayoría de nuestras iglesias. Existen institutos
religiosos que llevan su nombre; otros lo llevan unido a María y Jesús, Al
constituir la Sagrada familia. Se ha desarrollado una teología sobre su
persona, la “Josefología”, que estudia el papel de san José en el misterio de
la salvación. La Iglesia lo ha considera como patrón especial de ella,
pues la protege como protegió a su fundador, a Jesús de Nazaret. Pensando en
que tuvo junto a
sí en el momento de su muerte a María y Jesús, se le venera
como protector especial de quien está al borde de la muerte. Porque fue un
trabajador manual, artesano o carpintero, es patrono del mundo del trabajo; por
ello se le celebra en la liturgia la fiesta de Jesús Obrero. Establecer su día
como día de precepto dominical es manifestación del relieve de su persona en la
espiritualidad de la Iglesia.
Evangelio
del día
Lectura
del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El
nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Maria, su madre, estaba desposada
con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra
del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla,
decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no
tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo
que le había mandado el ángel del Señor.
Pautas para la homilía
Hombre justo
Es
el título que le dedica san Mateo en su evangelio. Justo son llamados Zacarías,
el padre de Juan Bautista, Simeón el anciano que acoge a María y José en el
templo cuando presentan a su hijo. “Justo” viene a ser hombre bueno, que para
los judíos implicaba, hombre querido por Dios, porque él contaba también con su
Dios. Una de las bienaventuranzas dice “Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia”.
La justicia a la que se refiere es la que Jesús nombra cuando dice: “buscad
primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”. Es
pues lo esencial del Reino de los cielos, o sea de de la humanidad que predica:
justo es quien resume en su persona los valores del Reino: amor, misericordia,
referencia en la vida a Dios… Jesús exige a sus discípulos: “que vuestra justicia no sea igual
que la de los escribas y fariseos”, porque lo que está mandado cumplir ha de
ser reflejo de los sentimientos, de amor, de perdón, de misericordia hacia el
hermano. Así fue el justo José el esposo de María. Lo indica Mateo en su
evangelio, porque era justo acogió a María, aunque no había participado en la
concepción de quien María llevaba en su seno: la quería y por encima de la
evidencia creyó en ella, en el milagro que en ella se había realizado.
Hombre de fe
San
Pablo en la segunda lectura presenta la figura de Abrahán, el padre en la fe,
que “creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchas naciones…
por eso le fue computado como justicia”. De nuevo el término justicia para
indicar la bondad, que a su vez se funda en creer más en lo que Dios le dice
que en las evidencias. Esa intimidad con Dios de san José en el evangelio de
san Mateo queda expresada en el contacto con “su ángel” en el sueño. En el
sueño Dios le pide que acepte a María como esposa; en el sueño le ordena Dios
que abandone Judea y se vaya a Egipto para salvar al Niño, y en sueño le ordena
que vuelva de Egipto a Galilea, y no se quede en Judea. El sueño es la
expresión bíblica de la intimidad con Dios que le permite descubrir cuál es la
voluntad divina. Eso es la fe.
Esposo de María, educador de Jesús
Y
es educador de Jesús desde su unión esponsal con María. Con María vive la
incertidumbre de cómo actuar ante los sorprendentes hechos que suceden en torno
a Jesús. De manera lo expresa Lucas cuando Jesús, con doce años, se aparta de
ellos en Jerusalén y tras tres días lo encuentran en el templo rodeado de
doctores. Al reproche que le hacen por no haberles avisado, la respuesta de
Jesús “tenía que ocuparme de las cosas de mi Padre”, respuesta que no
entendieron. Lo que no evitó que, como dice también Lucas, Jesús crecía
sometido a ellos. Es decir, ellos cooperaron al crecimiento de Jesús “en
sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”. Hay que resaltar
esto en nuestra sociedad donde abundan matrimonios rotos: el amor entre los
esposos es el factor más relevante en el proceso de educación de los hijos,
nada puede sustituirlo. Un proceso que se basa en que el niño perciba la
fuerza del amor entre sus padres, amor que se extiende a él; y desde el amor
incorpora la obediencia a ellos, como factor educativo. En la carta de los
Hebreos se dice que “Jesus aprendió sufriendo a obedecer”.
José humilde carpintero
Así
le consideraban sus paisanos de Nazaret. Carpintero y humilde. Pasa
desapercibido, como María y Jesús. Por eso se nos hace quizás más atractivo. La
sencillez, la humildad atraen. Atraen porque iluminan, no deslumbran como
aquellos que buscan brillar. Su familia vive del trabajo de sus manos en
compañía de María que realiza su trabajo también. En algún momento creemos que
con la ayuda de Jesús. El trabajo construye a la persona, porque es ante todo
desarrollo de nuestras capacidades, de lo que de nosotros se puede esperar. Su
efecto no es sólo un salario o un modo de acceder a lo necesario para vivir,
sino que ayuda a ser. Así el trabajo no es el castigo por el pecado, que se puede
derivar de la expresión “comerás el pan con el sudor de tu frente” del Génesis,
es el modo normal de ir construyendo la persona y de poner al servicio de los
demás lo que puede ayudar a formar una comunidad familiar y social de verdad
humana. Por eso, como recordamos, san José es patrón del mundo del trabajo.
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