Desea a todos que la cuaresma sea “rica en frutos”
MARZO 10, 2019 13:38RAQUEL ANILLOANGELUS Y REGINA
CAELI
(ZENIT – 10 marzo 2019).- El Papa Francisco presidió la oración del
Ángelus este domingo 10 de marzo de 2019, desde la ventana del despacho del
Palacio Apostólico Vaticano, que da a la Plaza de San Pedro.
En este primer domingo de cuaresma el Papa nos dice “con el diablo no se
dialoga, solo se le responde con la Palabra de Dios” y nos invita a que sea un
tiempo que “dé fruto”.
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este primer domingo de Cuaresma (cf. Lc 4, 1-13) narra
la experiencia de las tentaciones de Jesús en el desierto. Después de ayunar
por cuarenta días, Jesús es tentado tres veces por el diablo. Primero lo invita
a convertir una piedra en pan (v. 3); luego le muestra los reinos de la tierra
desde arriba y promete convertirse en un mesías poderoso y glorioso (v.
5-6); finalmente, lo lleva al punto más alto del templo en Jerusalén y lo
invita a que se arroje, a manifestar su poder divino de una manera espectacular
(v. 9-11).
Las tres tentaciones indican tres caminos que el mundo siempre propone
prometiendo grandes éxitos: la avidez de posesión, tener, tener y tener, la
gloria humana y la instrumentalización de Dios. Son tres caminos que nos harán
perder.
La primera, el camino de la avidez de posesión. Esta es
siempre la lógica insidiosa del diablo. Comienza con la necesidad natural y
legítima de alimentarse, de vivir, de realizarse, de ser feliz, para empujarnos
a creer que todo esto es posible sin Dios, incluso contra Él. Pero Jesús se
opone diciendo: “Está escrito:” “No solo de pan vivirá el hombre” (v. 4). Al
recordar el largo viaje del pueblo elegido a través del desierto, Jesús afirma
que quiere abandonarse con plena confianza a la providencia del Padre, que
siempre cuida de sus hijos.
Segunda tentación: el camino de la gloria humana. El diablo
dice: “Si tu te arrodillas delante de mi, todo será tuyo” (v. 7). Uno puede
perder toda dignidad personal, dejarse corromper por los ídolos del dinero, del
éxito y el poder, solo para alcanzar la propia autoafirmación. Y uno se
complace en la emoción de una alegría vacía que pronto se desvanece y esto nos
lleva a pavonearse, la vanidad y esto se desvanece. Por eso Jesús responde: “Al
Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto” (v. 8).
Tercera tentación: instrumentalizar a Dios para su propio
beneficio. Al diablo que, invocando las Escrituras, lo invita a buscar de
Dios un milagro sorprendente, Jesús nuevamente se opone a la firme decisión de
permanecer humilde y confiado ante el Padre: “Se ha dicho:” No tentarás al
Señor tu Dios ” (v. 12). Y así Jesús rechaza la tentación, tal vez más sutil:
la de querer “poner a Dios de nuestro lado”, pidiéndole gracias que realmente
sirvan para satisfacer nuestro orgullo. Estos son los caminos que se nos
presentan, con la ilusión de poder alcanzar de esta manera el éxito y la
felicidad. Pero, en realidad, son completamente ajenos a la manera de actuar de
Dios; más bien, de hecho, nos separan de Él, porque son obra de Satanás. Jesús,
enfrentando estas pruebas en primera persona, supera tres veces la tentación
para adherirse completamente al proyecto del Padre. Y nos muestra los remedios:
la vida interior, la fe en Dios, la certeza de su amor. La certeza que Dios nos
ama, que es Padre y con esta certeza venceremos toda tentación. Pero hay algo
sobre la cual quisiera llamar la atención, interesante, Jesús en el responder
al tentador no entra en diálogo, sino que responde a los desafíos solamente con
la Palabra de Dios. Esto nos enseña que con el Diablo no se dialoga, no se debe
dialogar, solamente se le responde con la Palabra de Dios.
Por lo tanto, aprovechemos la Cuaresma, como un momento privilegiado
para purificarnos, para experimentar la presencia consoladora de Dios en
nuestras vidas. La intercesión materna de la Virgen María, ícono de la fidelidad
a Dios, nos sostiene en nuestro camino, ayudándonos siempre a rechazar el mal y
a acoger el bien.
MARZO 10, 2019 13:38ANGELUS Y REGINA
CAELI
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