Lectura
del santo evangelio según san Mateo 5,17-19
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y
los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes
pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o
tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y
se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los
cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
¿Quién
tiene unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios?
El
discurso de Moisés que hoy escuchamos, es una propuesta solemne de aceptación
de la Ley, maravillosamente motivada con la apelación al recuerdo de lo que ha
sido su experiencia como pueblo.
Israel ha
vivido el acontecimiento del Éxodo, su salida de Egipto y su caminar por el
desierto como la maravillosa obra de Dios en su favor. El pueblo se constituye
como tal, a partir de la experiencia de tener un Dios que se acerca a ellos,
que se hace presente en su historia, en el acontecer de cada día, que escucha,
que camina junto a ellos… que libera, que salva.
Ese Dios
que, a través de Moisés, establece una Alianza con ellos, dándoles una Ley
Para
nosotros, quizá la palabra ley sugiere fundamentalmente la idea de
obligatoriedad. Con lo que tiene de mala prensa todo lo que suena a
obligatorio… Pero es que además, es muy probable que en todas partes conozcamos
leyes que son verdaderamente injustas, que no buscan el bien común.
No es esa
la Ley que Moisés ha entregado al pueblo. En ella se ofrece una guía que
permite orientarse en el camino, facilitar el descubrimiento de lo que es bueno
para todos y de lo que nos hace daño… No se trata de someterse a la voluntad de
un Dios caprichoso, sino de hacernos conscientes de que la Alianza que nos
propone es la posibilidad de una vida auténtica. De ahí la insistencia de
Moisés.
¿Y para
nosotros hoy? La invitación a hacer memoria de la presencia de Dios con
nosotros, de su mano fuerte, liberadora y salvadora en nuestra vida. De pasar
por el corazón y agradecer. Y de contárselo a “nuestros hijos”…
No he
venido a abolir la ley o los profetas, sino a darles plenitud
Continuamos
hablando de la ley, familiar también en el evangelio de Mateo. Y en los tres
versículos que hoy escuchamos en la liturgia puede sorprendernos el lenguaje
utilizado por Jesús. Ha venido para llevar a su plenitud la Ley y los Profetas.
Estamos
en el capítulo 5 de Mateo, el Sermón del Monte, la gran declaración de
intenciones, el manifiesto del programa de Jesús. Y no comienza con “mandatos”,
sino con declaraciones de “felicidad” que para la mayoría de nosotros resultan
difíciles de comprender. No hay Ley propiamente dicha.
Pero
después de eso, aparece Jesús exponiendo su postura frente a la Ley y los
Profetas, expresión referida al conjunto del Antiguo Testamento, a la
Escritura. No se refiere a las interminables interpretaciones que con el paso
del tiempo los judíos fueron dando a la ley, cayendo en una multiplicidad de
preceptos vacíos de auténtico contenido. Jesús mismo aparece en este capítulo
del evangelio de Mateo reinterpretando la ley con su famoso “Habéis oído… pero
yo os digo…”
¿Qué
plenitud, entonces, de la Ley y los Profetas? ¿Será necesario para nosotros
volver la atención al Antiguo Testamento para asegurarnos de vivir en el
cumplimiento de esa Ley? Escuchando a Jesús podemos deducir que no se trata de
eso. La Ley y los Profetas alcanzarán su plenitud de sentido en esa Nueva
Alianza que Dios hace con nosotros en Jesús.
Sólo Él y
su propuesta-invitación encarnan la plenitud. En esta Nueva Alianza no vivimos
pendientes de la ley. Sólo queremos seguirle a Él, tratando de aprender lo que
es amar
Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo
Congregación Romana de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/27-3-2019/
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