Lectura
del santo evangelio según san Lucas 11,29-32
En aquel
tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta
generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más
signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de
Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean
juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará
que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para
escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando
sea juzgada
esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los
condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay
uno que es más que Jonás.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
“Y
Dios…se arrepintió”
El texto
que nos presenta la liturgia en la primera lectura pertenece al libro del
profeta Jonás, una obra de sólo cuatro capítulos que os invito a leer completa.
Merece la pena y la alegría.
El texto
que nos ocupa comienza diciendo que el Señor le dirigió la palabra a Jonás por
segunda vez. Hay que tener en cuenta que en el capítulo primero se narra como
ya el Señor había llamado a Jonás para ir a Nínive pero, Jonás muerto de
miedo, dada la maldad de la ciudad, huye en sentido contrario,
embarcándose en dirección hacia Tarsis. Jonás vivirá una aventura singular con
diferentes peligros de los que será salvado por Yahvé.
De nuevo,
lo llama el Señor a la misma misión: ir a Nínive y anunciar allí su mensaje. No
sabemos si Jonás va experimentando una transformación fruto de su huida
anterior, o tal vez ha tomado conciencia de que es imposible huir de Dios, por
lo que se pondrá en camino hacia malévola ciudad, una ciudad que necesita tres
días para ser recorrida.
Jonás
empieza el recorrido por sus calles, el primer día, proclamando el mensaje
destructivo del Señor, aunque con una grieta abierta a la esperanza. El margen
de cuarenta días será un plazo razonable para provocar un cambio en la
población y así evitar el castigo.
En apenas
ese día, sus palabras llegan hasta el rey de Nínive, “que se levanta de su
trono, se despoja del manto real, se cubre con rudo sayal y se sienta sobre el
polvo”: Pero ese cambio radical del rey, no queda reducido a su dimensión
personal, sino que “invita a al pueblo (e incluso a los animales) a un cambio
de vida “que cada cual se convierta de su mal camino” y abandone la violencia”.
La reacción es impresionante. La ciudad enemiga de Israel por excelencia,
modelo de crueldad: “sanguinaria y traicionera”, repleta de rapiñas… (Nah
3,1.4) cree al escuchar las palabras del profeta. Como expresión de su fe en el
Señor organizan una penitencia comunitaria, creyendo que, aunque merecen el
castigo, aún es posible apartarlo.
El pueblo
hace un giro copernicano de conducta y con él, vuelve su mirada a Dios. El
cambio del pueblo curiosamente produce el “arrepentimiento” de Dios. Y es que
si el ser humano se vuelve a Dios, Él le está esperando con un corazón
misericordioso, deseoso estrecharlo en sus brazos e indicarle los nuevos
caminos de vida por los que ha de dirigir sus pasos. Dios Padre-Madre no quiere
la muerte del pecador sino que se convierta y viva (cf. Ez 18,23.32).
La conversión implica cambiar el horizonte donde ponemos nuestra confianza y el
mar donde echamos nuestras anclas. ¿Qué horizontes y que mares he de cambiar?
No se le
dará más signo
En la
discusión anterior del texto lucano que nos ocupa, los contrincantes de Jesús,
tras ser testigos de la curación de un demonio “le piden un signo del cielo
para ponerlo a prueba” (11,16). Jesús se ve interpelado a demostrar ante
las autoridades religiosas que tiene poder. Sin embargo, el profeta de
Nazaret no se deja manipular y en más de una ocasión les invita a que
interpreten las señales de la naturaleza o los signos en la propia historia.
Para ello, les remite a dos signos de esta, que les sugiere leer: el del
profeta Jonás que fue signo para los ninivitas, y el de la reina del Sur,
también llamada la reina de Saba, que vino de los “confines de la tierra”
buscando la sabiduría de Salomón” (1 Re 10,1-13;2Cr 9,1-29).
En cuanto
al signo de Jonás, llama la atención que no nos presenta el acontecimiento
espectacular y milagroso de sobrevivir tres días en el interior de una ballena,
anuncio por otra parte de la Resurrección de Jesús. Lucas muestra el episodio
de Jonás como el signo de la conversión de los ninivitas por la predicación del
profeta, Con este relato se muestra la posibilidad de los no judíos de alcanzar
el perdón de Yahvé. Dios no cierra sus puertas a nadie. Él espera a la puerta
del corazón de cualquier hombre o mujer “de toda raza, lengua, pueblo o
religión”.
El signo
de la reina de Saba es la historia de una mujer extranjera que llena de
preguntas se pone en camino desde el otro lado del mundo en búsqueda de
respuestas que intuye le dará el sabio rey israelita. Esta mujer es capaz de
buscar la verdad en un extranjero porque cree que la ha recibido de su Dios.
Ambos
signos de la historia no hablan de israelitas o judíos ortodoxos y fieles a la
Ley de Dios y a la praxis del culto en el templo, sino que nos hablan de
extranjeros, o lo que es lo mismo a personas no pertenecientes al pueblo de
Dios los cuales son resaltados como modelo de conversión y de búsqueda de la
sabiduría. Con ellos Jesús manifiesta que su Padre acoge a todas las personas,
sea cual sea su origen, y los integra como miembros de su pueblo, aunque les
pese a los judíos cumplidores que apelan a sus méritos para el encuentro con el
Dios de Israel.
La
llamada de atención de Lucas con estos signos va dirigida a la “generación
malvada” que exigen signos extraordinarios fuera de los cauces
normales de Dios: la naturaleza y la historia y no aceptan la Palabra de Jesús
como Palabra que viene de Dios. Jesús no les echa en cara su pecado, sino su
ceguera. Teniendo las Escrituras, tenían la clave para abrirse a la luz que
trae Jesús a través de la proclamación de su Reino y sin embargo permanecen
anclados en la oscuridad esperando signos milagrosos que los saquen de ella. No
son capaces de ESCUCHAR ni de VER. Puede que a nosotros nos ocurra en ocasiones
lo mismo, y nos creamos que todo lo tenemos ya conseguido ¿Acaso, a veces, no
muestro mis méritos ante Dios Padre-Madre y le reclamo milagros espectaculares
sin hacer el intento de descubrir sus signos en la naturaleza o en la historia?
En este tiempo de Cuaresma se nos invita a rastrear sus SIGNOS.
Hna. Mariela Martínez Higueras
O.P.
Congregación de Santo Domingo
Congregación de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/13-3-2019/
No hay comentarios:
Publicar un comentario