Lunes 10 Dic 2018 | 10:37 am
Ciudad del Vaticano (AICA): “Deseo dirigir un llamamiento sincero a aquellos con
responsabilidades institucionales, pidiéndoles que coloquen los derechos
humanos en el centro de todas las políticas, incluso cuando esto signifique ir
contra la corriente”, expresó el papa Francisco en el Mensaje enviado a los
participantes en la Conferencia Internacional “Los derechos humanos en el mundo
contemporáneo: conquistas, omisiones, negaciones”, inaugurada hoy en la
Pontificia Universidad Gregoriana.
El papa Francisco envió hoy un
Mensaje a los participantes de la Conferencia Internacional: “Los Derechos
Humanos en el Mundo Moderno: conquistas, omisiones, negaciones”, celebrado con
motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y
del 25 aniversario de la Declaración y del Programa de Acción de Viena para la
Protección de los Derechos Humanos en el Mundo.
Durante la inauguración del Congreso,
organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana y el Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cardenal Peter K. Appiah Turkson,
prefecto del Dicasterio anfitrión, leyó el mensaje del pontífice.
La Conferencia reunió a representantes de los Estados ante la Santa Sede, de las instituciones de las Naciones Unidas, del Consejo de Europa, de las Comisiones Episcopales de Justicia y Paz y de las de pastoral social, del mundo académico y de las organizaciones de la sociedad civil.
La Conferencia reunió a representantes de los Estados ante la Santa Sede, de las instituciones de las Naciones Unidas, del Consejo de Europa, de las Comisiones Episcopales de Justicia y Paz y de las de pastoral social, del mundo académico y de las organizaciones de la sociedad civil.
Francisco destacó la oportunidad –con
motivo de ambos aniversarios- de hacer una “reflexión profunda sobre los
fundamentos y el respeto por los derechos humanos en el mundo contemporáneo,
una reflexión que espero sea premisa de un compromiso renovado en favor de la
defensa de la dignidad humana, con una atención especial por los miembros más
vulnerables de la comunidad”.
El pontífice lamentó que aún en
nuestras sociedades contemporáneas, “persisten numerosas formas de injusticia,
nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico
basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al
hombre”.
“Mientras una parte de la humanidad
vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o
pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”, señaló
Francisco.
El Santo Padre enumeró en su mensaje
las numerosas violaciones a los derechos humanos que el mundo contemporáneo no
desterró: “Pienso, entre otras cosas, en los niños por nacer a quienes se les
niega el derecho a venir al mundo; en aquellos que no tienen acceso a los
medios indispensables para una vida digna; en aquellos que están excluidos de
la educación adecuada; en quien está injustamente privado de trabajo o forzado
a trabajar como esclavo; a quienes están detenidos en condiciones inhumanas, a
quienes son sometidos a torturas o a quienes se les niega la oportunidad de
redimirse, a las víctimas de desapariciones forzadas y sus familias”.
“Mis pensamientos también se dirigen
a todos aquellos que viven en un clima dominado por la sospecha y el desprecio,
que son objeto de actos de intolerancia, discriminación y violencia debido a su
pertenencia racial, étnica, nacional o religiosa”.
“Finalmente, no puedo dejar de recordar a cuántas personas sufren violaciones múltiples de sus derechos fundamentales en el contexto trágico de los conflictos armados, mientras los mercaderes de muerte sin escrúpulos se enriquecen al precio de la sangre de sus hermanos y hermanas”.
“Finalmente, no puedo dejar de recordar a cuántas personas sufren violaciones múltiples de sus derechos fundamentales en el contexto trágico de los conflictos armados, mientras los mercaderes de muerte sin escrúpulos se enriquecen al precio de la sangre de sus hermanos y hermanas”.
Francisco indicó que “ante estos
graves fenómenos, todos somos cuestionados. De hecho, cuando se violan los
derechos fundamentales, o cuando se favorecen algunos en detrimento de otros, o
cuando se garantizan solo a ciertos grupos, se producen graves injusticias, que
a su vez alimentan los conflictos con graves consecuencias tanto dentro de las
naciones como en las relaciones entre ellas”.
En su Mensaje el pontífice hace un
firme llamamiento “a contribuir con coraje y determinación, en la especificidad
de su papel, a respetar los derechos fundamentales de cada persona,
especialmente de las ‘invisibles’: de los muchos que tienen hambre y sed, que
están desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos, que viven en los
márgenes de la sociedad o son descartados”.
Recordando que “esta necesidad de
justicia y solidaridad tiene un significado especial para nosotros los
cristianos, porque el Evangelio nos invita a trabajar arduamente para aliviar
sus sufrimientos” pero hace extensivo este “llamamiento sincero a aquellos con responsabilidades
institucionales, pidiéndoles que coloquen a los derechos humanos en el centro
de todas las políticas, incluidas las de cooperación para el desarrollo,
incluso cuando esto signifique ir contra la corriente”.
Francisco concluyó su mensaje
esperanzado “de que estos días de reflexión puedan despertar la conciencia e
inspirar iniciativas destinadas a proteger y promover la dignidad humana”.
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