Lectura
del santo evangelio según san Mateo 11,16-19
En aquel
tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a
los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la
flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis
llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un
demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí
tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los
hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
El Señor
nos guía por el camino de la salvación
La
lectura del profeta Isaías nos coloca al final de las profecías escritas en
Babilonia antes de la conquista del rey Ciro de Persia y la caída de la ciudad.
Se anuncia el retorno de los exiliados judíos de nuevo a Israel y la urgencia
de reforzar la fe en Yahvé, que siempre cuida y protege al Pueblo. Dios es
quien enseña los rectos caminos y trae la prosperidad al que sigue sus
mandatos. Escuchar y ser fieles a Yahvé significa recibir la paz y la justicia,
multiplicar tu progenie “como los vástagos de tus entrañas” y no ser aniquilado
ni destruido. Una experiencia cercana y comprensible que han vivido con los
babilonios masacrados por Ciro por resistirse al conquistador. Así el que se
aleja de la enseñanza de Dios pierde sus bendiciones y se encierra en su
soledad. Dios que salva a su Pueblo de la esclavitud de Babilonia no lo deja de
la mano. Lo guiará de nuevo por los caminos de la verdad, la justicia y la
santidad; les dará la felicidad y la alegría de sentir de nuevo su presencia y
su fidelidad; renovará la Alianza de tenerlos como su Pueblo elegido. Dios está
siempre a la espera, pendiente de nuestra respuesta de fe. Llegar a sentir esta
presencia profunda y gratificante de Dios es realizar la espiritualidad tal
como la vivieron los santos místicos, llenando su alma en el amor que “ni cansa
ni se cansa” que decía S. Juan de la Cruz.
Hemos
tocamos la flauta y no bailasteis, cantamos lamentos y no llorasteis
El
evangelista Mateo en estos capítulos relata las enseñanzas del Reino. Y la
posición de partida es situar al personaje Jesús en medio de esa generación
judía en relación con Juan el Bautista. Dos estilos de vida contrapuestos pero
igualmente peligrosos. Uno ascético y mortificado, desprendido del mundo, que
predica la conversión y la penitencia como forma de preparar el camino de Dios;
otro, Jesús, cercano y vitalista, que predica la misericordia para los
proscritos de la sociedad, que pone en tela de juicio el escrupuloso
cumplimiento de la Ley sin espíritu. Ambos provocan la reacción del oyente, y
exigen comprometer la vida en uno u otro sentido. Y ambos acusados como reos de
perdición. Uno como endemoniado por predicar la conversión, el otro como
“comilón y bebedor” amigo de publicanos y pecadores que reniega del orden
establecido. Ambos merecedores y reos de condena a muerte conforme a las reglas
deuteronómicas. Mateo critica a estos escribientes y sacerdotes que se oponen
al plan de Dios. Juan es demasiado asceta, consagrado, exigente consigo mismo y
con sus seguidores. Jesús es demasiado poco sacrificado, no parece
suficientemente santo. Juan exige perfección, vida abnegada; Jesús derrocha el
perdón, justifica la imperfección. Cualquier excusa es buena para no
comprometerse con ninguna posición, para seguir un camino de cumplimiento
relajado y anodino. Seguir el evangelio de Jesús no es tarea fácil. La gracia y
la fidelidad de Dios, va dirigida a los pobres e insignificantes de su Pueblo,
no a los resabiados y prepotentes que ponen todo en entredicho. Entender que el
amor del Padre se dirige a los humildes y sencillos es procurarnos también
nosotros un estilo de vida “gentil, humilde y paciente”, abundante en
misericordia y portador de alegría y esperanza.
¿Vivimos
el mensaje del evangelio con ilusión y comprometidos con el estilo de Jesús,
pendientes de la voluntad del Padre que se cumple en el amor a los necesitados?
Pongamos
toda nuestra vida en la presencia de Dios que siempre está a nuestro lado.
D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/14-12-2018/
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