Ángelus 2 Dic. 2018 © Vatican Media |
Palabras del Papa Francisco antes del Ángelus. (Traducción completa)
DICIEMBRE 02, 2018 19:27RAQUEL ANILLOANGELUS Y REGINA
CAELI
(ZENIT – 2 dic. 2018).- Durante el Adviento, no se trata de “mundanizar”
o “paganizar” la expectativa de Cristo, sino de vivir con la esperanza de que
la historia avance hacia un mundo nuevo y que “incluso los errores humanos” Se
puede usar para “manifestar la misericordia” de Dios, explica el Papa
Francisco.
Antes del Ángelus del domingo 2 de diciembre de 2018, en la plaza San
Pedro, y en presencia de unas 20,000 personas, el Papa Francisco explicó el
significado de este primer domingo de Adviento y cuatro semanas de preparación
para la Navidad.
Nos invitó a dejar el “sopor” y la “pereza” de una vida que gira
alrededor de nosotros mismos para abrir, en “oración” y “vigilancia”, a las
necesidades de las personas, de nuestros hermanos y el deseo de un mundo
nuevo”: ” Es el deseo de tantos pueblos martirizados por el hambre, la
injusticia y la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los
abandonados”.
El Papa sugirió este examen de conciencia: “Es un momento oportuno para
abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y para
quién pasamos nuestras vidas”.
“El Adviento es el momento de acoger al Señor que viene a reunirse con
nosotros, mirar hacia el futuro y prepararse para el regreso de Cristo”, agregó
en un tweet publicado en su cuenta @Pontifex.
Después del Ángelus, con la AED, el Papa Francisco invitó a orar por la
paz en la “querida Siria” , como parte de la campaña de Navidad de la
AED: “50.000 velas por la paz en Siria”.
La paz fue precisamente la intención de oración del Papa a lo largo de
noviembre, realizada por su Red Mundial de Oración (RMPP).
Aquí está nuestra traducción, rápida, de trabajo, de las palabras
pronunciadas por el Papa en italiano.
AB
Palabras del Papa Francisco ante el Ángelus.
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
Hoy comienza el Adviento, el tiempo litúrgico que nos prepara para la
Navidad, invitándonos a levantar los ojos y abrir nuestros corazones para
recibir a Jesús. Durante el Adviento, no solo vivimos la espera
navideña; también estamos invitados a despertar la expectativa del
glorioso regreso de Cristo, cuando él regrese al final de los tiempos, y nos
prepare para el encuentro final con él a través de elecciones coherentes y
valientes. Recordamos la Navidad, esperamos el glorioso regreso de Cristo
y también nuestro encuentro personal: el día que el Señor nos
llamará. Durante estas cuatro semanas, estamos llamados a dejar atrás una
forma de vida resignada y rutinaria, alimentando esperanzas y sueños para un
futuro nuevo. El evangelio de este domingo (cf Lc21, 25-28, 34-36)
va precisamente en esta dirección y nos advierte que no nos dejemos oprimir por
un modo de vida egocéntrico y ritmos convulsivos de los días. Las palabras
de Jesús resuenan de una manera particularmente incisiva: “Estén atentos, para
que su corazón no esté cargado de disipaciones, embriaguez y preocupaciones de
la vida, y ese día, no caiga de improviso sobre vosotros[…] Velad y orad en
todo momento”(vv 34.36).
Mantente despierto y reza: así es como se vive esta época
desde hoy hasta la navidad. Estar despierto y orar. El sueño interno
viene siempre de girar siempre sobre nosotros mismos, encerrado en la propia
vida con los problemas, las alegrías y los dolores, y siempre girar entorno a
nosotros mismos. Y eso cansa, aburre, se cierra a la esperanza. Esta
es la raíz del letargo y la ociosidad de que habla el Evangelio. El
Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia, a mirar más allá de nosotros
mismos, a expandir nuestras mentes y corazones para abrirnos a las necesidades
de las personas, de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Es el
deseo de tantos pueblos martirizados por el hambre, la injusticia y la
guerra; Es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. Es
un buen momento para abrir nuestros corazones para hacernos preguntas concretas
sobre como y por quién empleamos nuestras vidas.
La segunda actitud para vivir bien el tiempo de la espera del Señor es
el de la oración. “Levántate y alza la cabeza, porque tu
liberación está cerca” (v. 28), advierte el Evangelio de Lucas. Se trata
de levantarse y orar, de volver nuestros pensamientos y corazones a Jesús que
viene. Nosotros, estamos esperando a Jesús, queremos esperarle en oración,
lo cual está estrechamente relacionado con la vigilancia. Orar, esperar a
Jesús, abrirnos a los demás, estar atentos, no encerrados en nosotros
mismos. Pero si pensamos en la Navidad en un clima de consumo, para ver
qué puedo comprar para hacer esto o aquello, de la fiesta mundana, Jesús pasará
y no lo encontraremos. Estamos esperando a Jesús y queremos esperarle en
oración, que está estrechamente relacionado con la vigilancia.
Pero ¿qué espera el horizonte de nuestra oración? En la Biblia es
especialmente, las voces de los profetas. Quien nos
diga. Hoy, es el de Jeremías, que habla a las personas endurecidas por el
exilio y que corre el riesgo de perder su identidad. Incluso nosotros, los
cristianos, que también somos pueblo de Dios, corremos el peligro de
convertirnos en “mundanos” y perder nuestra identidad, e incluso “paganizar” el
estilo cristiano. Para esto necesitamos la Palabra de Dios que, a través
del profeta, nos anuncia: “He aquí, vendrán días en que cumpliré las promesas
que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá […]. Haré crecer un
germen justo para David, quien ejercerá juicio y justicia sobre la tierra “(33,
14-15) es Jesús que llega y nosotros esperamos. Que la Virgen María, que
nos trae a Jesús, la mujer de la espera y la oración, nos ayude a fortalecer
nuestra esperanza en las promesas de su Hijo Jesús, a hacernos experimentar
solo a través de las pruebas de la historia, y se sirve de los errores humanos
para manifestar que Dios permanece fiel y manifestar su misericordia.
DICIEMBRE 02, 2018 19:27ANGELUS Y REGINA
CAELI
No hay comentarios:
Publicar un comentario