24-02-2012 Radio Vaticana
(RV).- En un mundo que ha perdido el sentido del bien y del mal, Benedicto XVI exhorta a proclamar con Cristo la misericordia divina, promoviendo el bien físico, moral y espiritual de todas las personas, con especial atención a los más necesitados. Benedicto XVI recibiendo con alegría –como suele hacer en proximidad de la fiesta de la Cátedra de San Pedro– a los socios del Círculo de que lleva el nombre del santo Apóstol, ha recordado que el tiempo de Cuaresma, que acaba de empezar «nos invita a reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana, es decir la caridad». Y ha agradecido a esta benemérita asociación, que cada año entrega al Pontífice el óbolo para la caridad del Papa:
«Representa una ayuda concreta ofrecida al Sucesor de Pedro, para que pueda responder a las numerosas solicitudes que le llegan de todo el mundo, en especial de los países más pobres».
Hoy como ayer el testimonio de la caridad toca en particular el corazón de los hombres –ha dicho Benedicto XVI– haciendo hincapié en que la «nueva evangelización, en especial en una ciudad cosmopolita como Roma, requiere gran apertura de espíritu y sabia disponibilidad hacia todos». Como demuestra la red de intervenciones asistenciales y de testimonio silencioso que los miembros del Círculo de San Pedro impulsan cada día, en los comedores, hospicios para pobres y para enfermos, sin olvidar el compromiso misionero en Laos y los apadrinamientos en varias partes del mundo.
«Sabemos que la autenticidad de nuestra fidelidad al Evangelio se verifica también sobre la base de la atención y a la solicitud concreta hacia el prójimo, en especial hacia los más débiles y marginados», ha reiterado el Papa, destacando que la atención al prójimo conlleva desear el bien en todos sus aspectos. Es decir, «físico, moral y espiritual»:
«Aunque la cultura contemporánea parece hacer perdido el sentido del bien y del mal, hay que reiterar con firmeza que el bien existe y vence. La responsabilidad hacia el prójimo significa querer y cumplir el bien del otro, deseando que se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos sobre sus necesidades, superando la dureza del corazón que hace ciegos a los sufrimientos de los demás. De esta forma el servicio caritativo se vuelve una forma privilegiada de evangelización, a la luz de las enseñanzas de Jesús, que considerará como hecho a sí mismo todo lo que habremos hecho a nuestros hermanos, en particular a los más pequeños y olvidados».
En este contexto, Benedicto XVI ha recordado la importancia de manifestar la misericordia infinita de Dios y la caridad cristiana:
«Hay que armonizar nuestro corazón con el corazón de Cristo, para que el apoyo amoroso brindado a los demás se traduzca en participación y conciente compartir de sus sufrimientos y esperanzas, haciendo así visible, por una parte la misericordia infinita de Dios hacia el hombre, que brilla en el rostro de Cristo, y por otra nuestra fe en Él. El encuentro con el otro y el abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y bienaventuranza».
El Papa ha agradecido también de todo corazón a los miembros del Círculo de San Pedro por el servicio litúrgico que desarrollan, alentándolos a perseverar en su testimonio de fe y de caridad.
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