Hoy, ante la imagen del Juicio final, la Cuaresma nos renueva la esperanza en Aquel que nos hace pasar de la muerte a la vida. El juicio es un "lugar de ejercicio de la esperanza". La imagen del Juicio final no es una imagen terrorífica, sino una imagen decisiva de esperanza: sólo Dios puede crear justicia.
Dios ha revelado su rostro precisamente en la figura del que sufre y comparte la condición del "hombre abandonado", tomándola consigo. Este Inocente que sufre se ha convertido en esperanza-certeza: Dios existe, y Dios sabe crear la justicia de un modo que nosotros no somos capaces de concebir y que, sin embargo, podemos intuir en la fe. Sí, existe la resurrección de la carne; ¡existe una justicia! Existe la "revocación" del sufrimiento pasado, la reparación que restablece el Derecho.
—La fe en el Juicio final es, ante todo, esperanza, cuya necesidad se ha hecho evidente precisamente en las convulsiones de los últimos siglos: la injusticia de la historia no tendrá la última palabra…
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