Lectura
del santo evangelio según san Lucas 21,1-4
En aquel
tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca
de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo:
«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han
echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo
que tenía para vivir.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Hoy las
dos lecturas que acabamos de escuchar señalan la importancia de tener atentos y
bien activados nuestros sentidos. De éstos depende muchas veces la valoración e
interpelación que recibimos en nuestra vida cotidiana. Las dos lecturas
comienzan expresando, la actitud con la cual las dos personas que hablan
en los textos, viven: están en el lugar indicado, mirando, escuchando,
entendiendo.
Llevaban
escrito en la frente el nombre del Cordero y el de su
Padre
Juan
comienza este capítulo 14 diciendo: miré y vi… Dejemos que la luz de la
Palabra, ilumine y nos haga entender, el mensaje de vida y de gracia, que
trae. Juan vio, entendió y lo anuncia. Vio y contempló al Cordero de pie
sobre el Monte Sion, y junto a Él una inmensa multitud, que llevaban marcado en
la frente, el nombre del Cordero y el de su Padre. El texto señala que eran
144.000. Número mencionado en el cap. 7 del Apocalipsis, donde se dice
que fueron sellados.
Es
difícil saber qué significa ese número y qué nos quiere decir. He optado
por la explicación de un biblista que me ha clarificado, dice así: " El
símbolo numérico empleado en este texto bíblico es muy claro: «Ciento
cuarenta y cuatro mil» (vv. 1.3b) corresponde, en efecto, a 12 x 12 x
1.000, producto de tres números que -cada uno de ellos- significan perfección. Es
como decir que éste no ha de ser considerado un número cerrado, sino un número
abierto que encontrará su perfección sólo cuando todos los llamados sean
también elegidos. De esta forma el mensaje de Juan se convierte en anuncio
universal”.
Juan nos
descubre que es el pueblo elegido, rescatado y que han respondido con una
fidelidad inquebrantable, que han entrado en una relación muy especial con Dios
y con el Cordero. Por eso puede cantar: “Cantaban un cántico nuevo… Un
cántico que nadie podía aprender, excepto los que habían sido rescatados”
Son personas incondicionales a Jesucristo y al Padre.
Juan hace
una descripción maravillosa de la voz de Dios que oye (v 2-3). La experiencia
de esa visión tuvo que ser indescriptible e imborrable. Para transmitirla usa
muchas semejanzas: un estruendo como de muchas aguas; retumbaba
como un gran trueno; o un gran concierto de arpas. Todas ellas podemos
imaginarlas, y sentir la grandiosidad y misterio de la visión.
Estar en
el lugar indicado
El
evangelio dice que Jesús miraba, y por ello vio, vio algo que fácilmente nos
puede pasar desapercibido hoy, como lo fue ayer, por no ser grandioso ni
merecer una foto en los grandes medios de comunicación. Vio a personas
ofreciendo su limosna en el templo, a ricos y a una viuda pobre, que
depositó dos pequeñas monedas. Es el contraste evangélico que existe, cuando queremos
vivir la solidaridad, y se concreta entre, dar de «lo que me sobra»
o dar de «lo necesario para vivir». Lucas nos hace entrar de
inmediato en una situación de vida que nos interpela con todo su dramatismo.
Jesús no
nos ofrece pautas piadosas, ni actitudes moralizantes casi sedantes, sino que
nos ilumina con una luz nueva, para que podamos leer a fondo y con perspectiva,
las situaciones históricas en las que vivimos.
Jesús ve
y elogia a la viuda pobre; ve y no puede dejar de censurar la acción de los
ricos. La mirada de Jesús es un juicio emitido sobre la relación distinta
que solemos tener con los bienes, con el dinero. Un juicio que siempre resulta
difícil de aceptar, que duele, pero que, ilumina perfectamente el
gesto solidario y la actitud del corazón de la persona.
¿En qué
grupo me sitúo yo? Acojamos la luz y dejémosla iluminar nuestro vivir diario.
Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo
Congregación Romana de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/26-11-2018/
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