miércoles, 14 de noviembre de 2018

Evangelio del día, 14-11-2018 (Trigésimo Segunda Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Reflexión del Evangelio de hoy
La fuerza del Espíritu nos hace mejores
San Pablo, una vez más, nos marca las pautas para nuestra vida. En cuatro palabras nos dice cómo debe ser nuestro comportamiento, tanto público como privado. La concordia. La unidad, el respeto, la obediencia… son las claves de un mundo mejor. Pero no basta con nuestras obras, no es suficiente con nuestras intenciones, será gracias “al baño de nuestro segundo nacimiento” (el Bautismo) como lograremos colaborar para que la sociedad sea más justa en sentido amplio. Esa es la clave: cuando aparece en nuestro camino la bondad de Dios a través de Cristo nuestra vida se transforma y pasamos a ser herederos de la vida eterna, al tiempo que somos agentes necesarios para conseguir que el Reino de Dios se extienda sobre la tierra. Los cristianos no podemos, ni debemos, guardarnos para nosotros el mensaje de Jesús, la alegría del Evangelio; tenemos que contribuir con nuestras obras a que todos lo conozcan ¡Somos la sal de la Tierra! Y contamos con la fuerza del Espíritu Santo para llevar a cabo nuestra tarea. No estamos solos en medio del mundo, somos una familia y Dios está con nosotros. “El Señor es mi pastor, nada me falta” vamos a leer hoy en el salmo, una vez más la liturgia pone ante nosotros una sutil lección de vida.
Bendecid al Señor
Hermoso pasaje del Evangelio del que podemos aprender mucho. Cristo cura a diez leprosos y les envía (según era costumbre) a que se lo comuniquen a los sacerdotes ya que, en aquel tiempo, la enfermedad de la lepra llevaba aparejada la exclusión social y el que sanaba debía hacerlo saber a las autoridades. De esos diez solamente uno irá a dar gracias a Jesús, y Él le despedirá con una frase que conocemos bien “Tu fe te ha salvado” y no ya solo de la enfermedad del cuerpo, sino en su alma.
Los leprosos acuden a Jesús pidiendo ayuda: imaginar la escena de esos hombres desesperados que, al saber que el Maestro anda cerca, acuden como última solución a su mal. Pero una vez que han conseguido lo que buscaban se olvidan, van a cumplir con el precepto de comunicarlo y solo uno, antes de ver a los sacerdotes, agradece lo que se ha hecho por él, vuelve a donde está Jesús alabando a Dios y dando gracias ¿No os suena? ¿No os ha pasado alguna vez? En momentos de angustia, de dificultad, acudimos a Dios pidiendo ayuda, pero ¿Cuántas veces vamos a Él para darle gracias? Somos así, pero no solo en nuestras relaciones con Dios, sino en nuestro día a día. No somos agradecidos con los demás, nos olvidamos pronto de los favores que recibimos e incluso nos molesta que se nos recuerden. Y esa no debe ser nuestra actitud. Dice un viejo refrán castellano: “Es de bien nacidos el ser agradecidos” Y así debe ser. Os propongo que al finalizar el día, en nuestra oración personal, repasemos lo acontecido y demos gracias a Dios por todas las cosas buenas que nos han ocurrido. Seamos como ese samaritano y no tengamos pudor en dar las gracias por los favores recibidos. Nuestra alma estará más sana. Alabemos a Dios, bendigamos su acción sobre nosotros y contemos a los demás las maravillas que obra.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/14-11-2018/

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