Lectura
del santo evangelio según san Lucas 16,9-15
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para
que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en
lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo
menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el
injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar
en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos
amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al
primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Oyeron
esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente,
pero
Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.»Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente,
Reflexión
del Evangelio de hoy
Como San
Pablo seamos agradecidos
Después
de su conversión para San Pablo el fundamento de la vida de fue Jesucristo, por
ello sabe apreciar, en su justo precio, la ayuda que los filipenses le envían
para que haga frente a sus necesidades, aunque él les recuerda que «he
aprendido a bastarme con lo que tengo.»
Sí, Pablo
encontró en Cristo la fortaleza para, entre cadenas, seguir siendo su
Apóstol, para saber vivir en «la hartura y el hambre, la abundancia y la
privación.»
San Pablo
aceptó, por amor a Dios y a los hermanos, sin quejas con paciencia y
generosidad de ánimo, la realidad que le tocaba vivir, no se quejaba de su
suerte, y, aunque no necesitaba las dádivas de los filipenses, les agradece su
generosidad, vio en ellas una prueba de amor de ellos hacia él.
El ferviente
deseo de Pablo era: que los filipenses crecieran en las virtudes cristianas y
dieran, todavía más frutos, en el Espíritu. Pablo aceptó la ofrenda como si no
le hubiera sido hecha a él, sino a Dios, pues él era su ministro.
La
gratitud a Dios y a los hermanos, es la actitud correcta del corazón humano
perdonado, redimido y bendecido y por ello nos impulsa a obedecer a Dios,
a anhelar vivir en santidad, a predicar el Evangelio, a ser genuinamente
humildes, nos protege de caer en orgullo, nos recuerda que somos totalmente
dependientes de Dios y nos impulsa a vivir en el gozo de la fraternidad.
Sólo con
gratitud y desde la gratitud seremos, y viviremos, como miembros vivos del
Cuerpo de Cristo, para poder comprometernos con la iglesia para colaborar en la
extensión del reino de Dios. Ya que, de hecho, el Reino de Dios, desde la
perspectiva humana, se basa en la respuesta de la persona redimida ante el amor
tangible de Dios expresado en la muerte del Señor. La respuesta correcta sólo
puede ser una: gratitud. Por ello tenemos que aprender a ser agradecidos a
Dios en todo y por todo.
Compartir
lo que tenemos
El Señor
Jesús, en el texto evangélico de hoy, nos pone en guardia sobre el dinero y los
bienes de esta tierra. Son pequeñas frases que invitan a tomar la opción que
supone una decisión radical, una tensión interior constante.
Porque la
vida es siempre una constante opción entre fidelidad e infidelidad, entre
egoísmo y solidaridad, entre bien y mal, es necesario que tomemos una decisión
fundamental, para elegir entre Dios y el dinero.
Es decir
nos vemos obligados elegir entre la lógica del lucro, como criterio último de
nuestro quehacer, y la lógica del compartir, viviendo solidariamente. Si
optamos por esta última lógica orientaremos nuestra vida hacia la fraternidad,
estableciendo con ello en nuestra sociedad la lógica de la caridad, del
compartir el desarrollo equitativo de todos los bienes entre todos los hombres.
En el
fondo, se trata de optar por el egoísmo, o por el amor, por la justicia o
por la injusticia. Para nosotros, seguidores de Cristo, se trata de
amarle a Él y a los hermanos haciendo de ello la finalidad verdadera y última
de toda nuestra vida.
Para
hacerlo realidad es necesario hacer opciones fundamentales, estando dispuestos
a renuncias radicales. Porque hoy, como ayer, nuestra vida de cristianos nos
exige valentía para ir contra corriente, para amar como Jesús, que llegó al
sacrificio de sí mismo en la cruz, dándonos con su vida, muerte y resurrección
la vida eterna.
Sabemos
que la única manera de hacer que fructifiquen, para la eternidad, nuestras
cualidades y capacidades personales, así como las riquezas que poseemos, es
compartirlas con nuestros hermanos, siendo de este modo buenos administradores
de lo que Dios nos encomienda.
Recordemos
que Santa Teresita decía: «La Fidelidad es la flor del amor y para la cual
nada es pequeño.» Porque en el amor no hay mucho ni poco, o se ama o no se
ama.
Que Santa
María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos ayude a usar con sabiduría
evangélica, es decir, con generosa solidaridad, los bienes terrenos.
Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
Monasterio de Santa Catalina de Siena (Paterna)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/10-11-2018/
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