Lectura
del santo evangelio según san Lucas 19,1-10
En aquel
tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo,
jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente
se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a
una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al
llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó
en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero
Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor,
se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro
veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Tienes
nombre como de quien vive, pero estás muerto
Cristo
reanima a la comunidad cristiana de Sardes, que apenas si podía vegetar
lastimosamente en aquel centro comercial situado a cincuenta kilómetros al
sudeste de Tiatira.
La
comunidad, externamente, mantiene la fachada, pero en realidad en su interior
está muerta en su vida de fe y de amor. La hipocresía es la actitud que más se
manifiesta entre los miembros de la comunidad. Por eso el texto hace una
llamada a la vigilancia y a un reanimar lo que queda.
Es
posible renacer de las cenizas. Es posible no darlo todo como acabado. Hay
comunidades que han renacido de su desidia, de su pobreza. Lo importante es no
verse muerto antes de tiempo. Muchas veces vemos a personas que le dan por
desahuciada y le anuncian su deceso de una manera inminente, sin embargo, se
recuperan y viven con más fuerza durante una larga temporada. Con las
comunidades cristianas puede pasar lo mismo.
El
problema es que nos instalamos en la desidia, en la pasividad, en el nada se puede
hacer, en el dejar hacer a sus animadores, estableciendo una serie de
tradiciones y ritualismos, y que con el paso del tiempo se ha instalado en la
comunidad cristiana una apariencia. Aparentamos estar vivos, sin embargo,
nuestra fe y nuestra caridad parecen muertas. Hace falta una inyección de ánimo
y esperanza, volver la mirada a Cristo, para identificar qué fue lo que dejamos
por el camino.
Hay que
saber mirar en la comunidad, para identificar aquellos miembros que no han
manchado sus túnicas con la desidia, y reanimarla desde sus orígenes. Siempre
queda algo de ti que permanece a la espera, que permanece en la fe y en el
amor, hace falta despertar esa parte de ti que permanece dormida para que todo
vuelva a renacer.
Hoy ha
sido la salvación de esta casa
Zaqueo
quiere ver pasar a Jesús, trataba de distinguirlo, pero la multitud se lo
impedía. Su baja estatura, su limitación no le permitía poder adivinar el paso
de Jesús. Necesita subirse a una higuera para poder vislumbrar de una
manera más certera la realidad de la vida, la realidad de una persona.
Porque a
veces la gente nos ahoga, la vida nos ahoga, los problemas nos ahogan, y hemos
de elevarnos para poderlos distinguir, y solucionarnos. Desde arriba la vida se
ve diferente. Los problemas se hacen más pequeños, y a la gente se le ve en su
verdad.
Podemos
referir la expresión “bajo de estatura” no sólo a la cuestión física. Lo
podemos indicar también a la altura moral que puede tener una persona. Y
Zaqueo, al ser cobrador de impuestos era mirado con recelo entre todos, ya que
se enriquecía a cuenta del sacrificio de muchos.
Zaqueo
pasa de ser mero espectador a ser protagonista al ser llamado por Jesús: Hoy
tengo que alojarme en tu casa. Porque el encuentro con Jesús pasa por
establecer la morada en él. En Zaqueo se expresa la alegría, y el fruto de esa
alegría es el desprendimiento de sus bienes, el restituir a los pobres lo que
le ha robado. El encuentro con Jesús no lo dejó igual, lo transformó en una
persona caritativa y alegre. Por eso Jesús proclama como una bienaventuranza:
“Hoy ha sido la salvación de esta casa”.
Muchos de
nosotros necesitamos distinguir quién es Jesús en nuestra vida. Identificarlo
en nuestro tiempo, y subirnos a lo alto es la única alternativa que nos queda,
ante la vida aglomerada. Necesitamos como Zaqueo elevarnos de las
circunstancias que nos rodean y no nos permiten ver en qué momento Dios ha
estado presente en nuestras vidas reanimándonos, alegrándonos la existencia.
Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/20-11-2018/
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