Lectura del santo evangelio según san Juan
6, 16-21
Al
oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a
atravesar hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había
alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían
remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la
barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: - «Soy yo, no
temáis.» Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el
sitio a donde iban.
Reflexión del Evangelio de hoy
Contemplemos
y aprendamos
Las
dos lecturas nos presentan a los seguidores de Jesús en situaciones de
dificultad, y ambas nos ofrecen enseñanzas importantes a la hora de superar
nuestras dificultades.
La
lectura de los Hechos de los Apóstoles nos ofrece un mensaje: que en la Iglesia
cada bautizado tiene una misión que cumplir, y la Comunidad cristiana de
Jerusalén la va descubriendo en el diálogo fraterno cuya búsqueda sincera y
compartida es fruto del mismo. Es necesario contemplar la vida de la Comunidad
primitiva, donde la fraternidad va creciendo y cada uno encuentra su sitio, en
el respeto de las diversidades. Cuánto nos enseñan los primeros cristianos y
cómo podemos aprender contemplando aquellas vivencias, con aquellos diálogos,
que actualmente faltan en nuestros ambientes.
La
verdadera misión del apóstol es estar en contacto con Dios y escuchar su
Palabra y, estar en contacto con los hombres para revelarles el Evangelio. De
modo que nuestra misión es orar (vivir en unión con el Señor) y evangelizar
(vivir en unidad con los hombres). Pidamos con el Salmista que crezca el número
de los discípulos de Jesús como fruto del anuncio del Evangelio por parte de la
Iglesia y, sobre todo, de la misericordia del Señor, como reza el Salmo 32:
“Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti”, y
aprendamos a realizar eficazmente la obra de Dios. La oración en silencio es la
mejor “aliada”.
Contemplar
lo que nos rodea
Jesús
en el Evangelio camina sobre las aguas y se acerca a la barca de los apóstoles
que reman con dificultad por el viento fuerte. Para San Juan, este hecho es un
signo que, junto al de la multiplicación de los panes y de los peces (v. 1-15)
prepara a los discípulos para escuchar y aceptar el discurso del pan de vida
(v. 26-59)
Este
signo, nosotros podemos compararlo con la barca de nuestra vida, de nuestra
familia, con la noche que significa la ausencia de Jesús y que encontramos en
los diversos acontecimientos de la vida de cada ser humano. Hemos de aprender a
contemplar desde el interior.
En el
lenguaje cultural de la Biblia, el temor es signo de la presencia de Dios, por
ello nuestra fe ha de descubrir la presencia amorosa de Cristo y hemos de
escuchar sus palabras: “No temáis” ya que Jesús camina siempre a nuestro lado y
habita en nosotros. Como dice San Pablo: “Por su Espíritu, mora en el templo
vivo de nuestro corazón” (1 Co. 3,16; 2 Co. 6,16). Al contemplar lo que nos
rodea, descubrimos a Jesucristo a nuestro alrededor, a Cristo resucitado en los
acontecimientos y con Él, que es el mejor aliado no hemos de temer, porque está
con nosotros siempre.
Celebramos
el día de un hermano dominico el Beato Pedro González Telmo OP que con su
vida supo “aclamar al Señor, que merece la alabanza de los buenos”. Un hombre
de Dios que contemplando la Palabra de Dios, aprendió a ser humilde y vivir en
la Orden de Predicadores como un testigo fiel del Evangelio.
Monjas Dominicas
Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)
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