Lectura del santo evangelio según san Juan
10, 22-30
Se
celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y
Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos,
rodeándolo, le preguntaban: - «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú
eres el Mesías, dínoslo francamente.» Jesús les respondió: - «Os lo he dicho, y
no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí.
Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi
voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las
ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y
el Padre somos uno.»
Reflexión del Evangelio de hoy
La
Iglesia se abre al mundo
Estamos
ante una situación de dispersión de los cristianos tras el martirio de Esteban,
muchos llegaron a Fenicia, Chipre y Antioquía. Se pusieron a hablar también a
los griegos anunciándoles al Señor Jesús, un gran número creyó en Antioquía, y
se convirtió al Señor.
La
palabra y la predicación empieza a salir del muro cultural y religioso judío.
Empieza hacerse universal, los cristianos comprenden que el anuncio no sólo es
para los judíos. Lo que vale para los judíos, también puede servir para los
gentiles.
La
Iglesia de Antioquía será la encargada de organizar formalmente la misión entre
los gentiles enviando a Bernabé y a Saulo. Es importante también el hecho de
que sea la primera vez que los discípulos fueron llamados cristianos, es decir,
seguidores de Cristo. Es lo que configura a la nueva comunidad, lo que le da
identidad a su quehacer y su vivir.
Mis
ovejas me conocen
Este
pasaje contiene las revelaciones solemnes de Jesús en la fiesta de la
Dedicación del templo. La unidad consta de dos partes: la primera prosigue el
tema del buen pastor y las ovejas y se centra en la seguridad de estar bajo el
poder del Padre y de Cristo que son una unidad (no una sola persona); la
segunda contiene la defensa que hace Jesús de su condición de enviado y de Hijo
de Dios.
No
todos comprenden esas revelaciones. Los que no creen, no tienen acceso a la
revelación. Al no aceptar a Jesús como enviado del Padre. Por mucho que Jesús
les diga, les falta lo fundamental, una disposición natural para creer en el
Hijo, y una aceptación libre de su divinidad reveladora.
Hoy
muchos de estos diálogos podrían servir de ejemplo en los encuentros con los no
creyentes. Si no hay una disposición natural y aceptación libre para creer en
Cristo, será difícil adherirse a su causa. Conocer y seguir son dos acciones
implícitas de la fe en Jesucristo, conocer a Jesús y seguirlo es lo que da
acceso a confesar que él es el Mesías esperado.
Fr. Alexis González
de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
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