jueves, 26 de abril de 2018

Evangelio del día, 26-04-2018 (Cuarta Semana de Pascua)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Jesucristo… y éste crucificado

Cualquier cristiano, cualquier predicador, ha de tener en cuenta que lo suyo es predicar a Jesucristo. Nunca se ha de predicar a sí mismo. Cada uno poniendo en juego todos los dones recibidos de Dios, desde su propia personalidad, pero siempre con el mismo fin: predicar a Jesucristo y nunca a sí mismo. Fue lo que hizo san Pablo, que se  presentaba ante su auditorio “débil, temeroso… sin persuasiva sabiduría humana”, para que sus oyentes se quedaran con Jesús y la buena noticia que predicaba no se apoyase en la sabiduría de los hombres, sino en la sabiduría de Dios.
La Iglesia coloca estas palabras de San Pablo en la fiesta de San Isidoro, una persona con muchas cualidades y talentos recibidos, gran teólogo, renovador, a través de concilios, de la vida de la iglesia… pero que únicamente buscó predicar a Jesucristo y nunca a sí mismo.
San Pablo y San Isidoro, con su ejemplo, nos invitan a nosotros a predicar el evangelio con todos los recursos humanos y divinos que hayamos recibido, sabiendo siempre que “Pablo plantó, Apolo regó, pero el que da el crecimiento es Dios”.
Sois la sal de la tierra y la luz del mundo
Dos principalmente son las funciones de la sal: dar sabor a los alimentos y evitar su corrupción. A la hora de predicar y de vivir el evangelio de Jesús hemos de cumplir estos fines de la sal: Debemos ayudar a nuestros hermanos a saborear la vida, a encontrar el sabor y el sentido de nuestra existencia. Debemos evitar que su vida se corrompa, vaya por los senderos contrarios y se encuentren con la tristeza y el vacío.
En esta misma línea debemos ser luz para el mundo y sus habitantes. Pero no con nuestra propia luz, sino con la luz que hemos recibido de Jesús, de su vida, muerte y resurrección. Con harta frecuencia la vida los hombres está rodeada de tinieblas, de no ver claro sobre el sentido de nuestra vida, de no ver claro de cuál debe ser nuestra conducta ante las distintas situaciones de nuestra existencia. Debemos ayudar a nuestros hermanos a ver claro. Les debemos regalar, con nuestras palabras y nuestra vida, la luz que Jesús nos ha regalado. “Yo soy la luz del mundo, quien viene detrás de mío no andará en tinieblas”.

Fray Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/26-4-2018/

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